Miku en Bershka: La ropa anime en la moda mainstream

Los tentáculos de Amancio Ortega no solo se retuercen a lo largo del panorama nacional, las tiendas de la marca Inditex han conseguido hacerse un nombre propio y una fama enorme en multitud de países a lo largo del globo, principalmente en Europa y a lo largo de Asia. Zara es considerada una marca de calidad media-alta con otros sonados nombres como el gigante japonés Uniqlo y, desde luego, es de los primeros nombres que le vienen a uno a la cabeza cuando se piensa en empresas españolas. Pero no estamos aquí para halagar y dorarle la píldora a una empresa con prácticas más que cuestionables, hoy estamos aquí para hablar de comercialización.

No podemos negar que la moda inspirada en animes y mangas lleva años presente, tanto en los salones, cuando la venden en los diferentes puestos, como en marcas pequeñas que tienen tiendas online. Por supuesto no es nuestra intención ignorar este hecho, pero lo que no podemos aseverar viendo estos productos es que las camisetas negras con una imagen cuadrada de Haruhi Suzumiya fuesen el último grito en cuestión de outfits. A su vez, muchos pequeños diseñadores y artistas llevan a cabo trabajos geniales trasladando su obra favorita al textil, pero su alcance sigue siendo limitado. Cuando echamos un ojo a las aplicaciones de Bershka o Pull & Bear podemos ver algo claro y eso es la popularidad.

El objetivo y los millones de euros gastados en publicidad por parte de Inditex forman parte de un gran entramado con un objetivo principal: generar la mayor cantidad de ingresos posible. Por este mismo motivo, hemos sido testigos de lanzamientos de colecciones con estéticas cercanas a tribus urbanas de los 90 y los 2000 que en su época se situaban en mercados de nicho y socialmente no eran tan aceptadas. Mientras que a día de hoy es mucho más sencillo encontrar prendas afines cuando nos damos un paseo por las tiendas o por las páginas web de estas.

Así pues, podríamos definir las tiendas de ropa de marcas multinacionales como el maistream, frente a otras pequeñas empresas con menor alcance o no tan extendidas en cuestiones de producción, venta y marketing. Este mainstream quiere marcar aquello que se lleva o lo que es más viral para que se genere una necesidad artificial de consumir inmediatamente y obtener aquello que vemos como popular para seguir dentro del mismo grupo social, o al menos para ver cubiertas esas necesidades consumistas, pensando que ya cuando obtengamos esta pequeña cosa estaremos satisfechos. Por supuesto estas necesidades artificiales se tienen que basar en cosas o realidades que no vayan completamente a contracorriente respecto a los gustos de la mayoría de la sociedad. Por mucho que quieran vendernos, por ejemplo, un televisor que no muestre imágenes, costaría mucho que el gran público quisiese comprarlo porque iría en contra de opiniones extendidas sobre la utilidad y el concepto que tienen de televisión —aunque no podemos negar que con el nivel actual de invasión publicitaria quizás lograrían alguna venta—.

Podemos situar el boom de la ropa anime en el mercado español en 2020. Ese marzo Bershka sacó una colección inspirada en la franquicia de Dragon Ball y, más tarde, sobre noviembre del mismo año, la marca lanzó su primera colaboración con el anime de Sailor Moon. Pese a que previamente se hicieron colaboraciones con Dragon Ball en otras marcas del gigante textil, no supusieron un cambio respecto al estilo que ya nos proporcionaban camisetas similare de los salones del manga, tanto en simpleza como en variedad tonal. Las novedades, sin embargo, ya no solo constaban de camisetas de manga corta plasmando una imagen promocional y, pese a que nunca llueve a gusto de todos, la marca apostó por croptops, chándales y hasta scrunchies y totebags, además de las más comunes sudaderas y camisetas. La colección para hombres de Dragon Ball por su parte contaba con prendas como camisas y pantalones, pese a que no podemos tildar a las multinacionales de transgresoras e cuestiones de género, tampoco era una simple camiseta lo que estaban promoviendo.

Las colecciones debieron de ser un bombazo, puesto que la marca más tarde volvió a apostar por dos series igualmente famosas: Naruto y CardCaptor Sakura. Desdoblando otra vez una colección dentro de su rama de moda masculina y otra a la femenina. Aún así, las opciones en cuanto a tallas serían en ocasiones algo más amplias y de todas formas, mientras se encuentre la vuestra, nadie manda sobre gustos y dinero.

Los diseños fueron cuanto menos controversiales, puesto que al público no le gustaba demasiado la elección de las imágenes o la composición de las mismas dentro de la prenda. Sin embargo, en esta colección aún existen piezas que destacan más respecto a otras en la armonía o en la originalidad y es algo que tendremos a lo largo de todas las futuras colecciones de animanga de todas las marcas, no solo las de Bershka. Ya pasado un tiempo, las apuestas por series famosas no solo surgían de la considerada marca más juvenil y algo «alternativa»—entrecomillando mucho la palabra— de Inditex, sino que se fue prolongando hacia su otra marca centrada en moda joven, Pull&Bear. Mientras que dentro de la primera ampliaron colecciones, la segunda empezó a lanzar nuevas prendas también inspiradas en Sailor Moon y camisetas sueltas de franquicias para ir probando las aguas.

Tras el éxito tanto en tiendas como en redes de los lanzamientos, las marcas no hicieron otra cosa que presionar el botón de hacer dinero. Comprobaron que el anime había llegado en Occidente a unos niveles de popularidad capaces de sustentar ya un modelo de consumo más extendido, comercializable y por lo tanto vendible en el panorama mainstream de la moda nacional. Siguieron colecciones de series como Bleach, Tokyo Revengers, Doraemon, Boruto, One Piece, Ataque a los Titanes, Jujutsu Kaisen, SpyxFamily y además piezas sueltas de otras como HunterxHunter, Death Note o imágenes de Hatsune Miku. En sus colecciones podemos ver cómo tienen una extraña fijación por obras de masiva popularidad de la Shonen Jump y revistas adyacentes, mientras que las colecciones de Sailor Moon y Sakura han quedado algo más atrás. Recientemente hemos podido echarle un ojo a la reciente colección sobre Junji Ito, que se ha acercado además algo más a la popularidad de los dibujos más grotescos del autor, los cuales han plasmado en las prendas.

A partir de este punto, documentar la cantidad de colecciones de anime que salen al mercado supondría un trabajo titánico, puesto que van rotando de la misma manera que cualquier otra colección de fast fashion. Simplemente se ha logrado que puedan mantener este nivel de rapidez de producción, mercantilización y ser desechadas de forma que es imposible localizar una prenda de alguna de estas primeras colecciones a no ser que sea en mercados de segunda mano. Podemos hablar en términos similares cuando mencionamos la calidad de los diseños, algunos están claramente creados para que el consumidor fan compre a espuertas lo que sea sin valorar cómo es el producto y ejemplos muy claros tenemos en las colecciones de Jujustu Kaisen y Tokyo Revengers.

En otras ocasiones se ha intentado imitar la imagen de marcas más asentadas en la creación de este tipo de colecciones, como es el caso de las de Uniqlo. La empresa japonesa, la cual está presente en algunas de las grandes ciudades de nuestro país, comenzó hace mucho a producir prendas para su colección de UT, siendo estas mayormente camisetas, y proponiendo diseños algo más elaborados que las de sus rivales españoles. Todo sea dicho, Uniqlo es considerada una marca de gama algo más alta que las mencionadas pertenecientes al grupo Inditex y por tanto tanto el precio como la calidad aumentan, así que lo mismo sucederá con el dinero invertido a los diseños. El público español ha podido acceder en sus tiendas a comprar ropa de franquicias como Chainsaw Man, CardCaptor Sakura, Gudetama, Sumikko Gurashi, SpyxFamily o Jujustu Kaisen.

La camiseta de Makima, en posesión de al menos 1/4 de los redactores de Futoi Karasu/©Uniqlo

Aunque no solo se hace uso ya de marcas oficiales, sino que las tiendas de ropa han empezado a apropiarse de la estética anime para sus productos y es muy posible que si te acercas a cualquiera de las tiendas de Bershka puedas admirar diseños de tops o sudaderas con personajes sin ningún tipo de trademark. Son meras inspiraciones en otras series más populares o del momento que resultan mucho más baratas de producir que si se tuviese que pagar alguna licencia y, sobre todo, mucho más vendibles y comercializables que si estuviesen sujetas a un personaje ya definido. Es una forma de venderle la estética a un público al cual le agrada pero que quizás no tiene los recursos para adquirir la marca original—jóvenes o adolescentes— o gente que no está del todo metida en el mundo del anime y el manga.

Por lo tanto, a través de la moda mainstream y los productos de las diferentes multinacionales podemos echarle un vistazo a cómo el anime y el manga están cada vez más asentados en la sociedad y cómo algo que hace unos años podría suponer prácticamente un nicho es ahora un fenómeno mundial. Por supuesto, la fama no viene solo con resultados positivos en cuanto a accesibilidad, también supone que es ahora algo rentable para aquellas empresas y personas que quieran sacar tajada y embolsarse una buena cantidad de dinero a costa de los consumidores. No nos olvidemos que por mucho que nos agraden las cosas que salen al mercado, deberíamos abogar por un consumo responsable y siempre dentro de nuestras capacidades y situación.

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