Las mujeres ainu y su lucha

Lo primero que te puedes preguntar al leer esto es, ¿quiénes son les ainus? Si no lo sabías, el ainu es un pueblo indígena de Japón, que habita principalmente en Hokkaidō, además de en la isla de Sajalín, las islas Kuriles y el extremo más septentrional de Honshū.

Hasta la era Meiji, eran un pueblo independiente. Sin embargo, en 1868 se produce la anexión de Hokkaidō al imperio japonés, por lo que les ainus pasan a ser considerades como ciudadanes de éste. Con esta anexión, la nación nipona les forzó a que se adaptaran al estilo de vida japonés heredado del yamato, implementando medidas como el aprendizaje obligatorio del idioma del país, la imposición de cambiar sus nombres ainu a equivalentes japoneses o la prohibición los tatuajes tradicionales que se hacían las mujeres de este pueblo, lo que llevó a que muchas se avergonzaran de llevarlos y quisieran quitárselos. Como se puede observar, a pesar de que, según la ley, eran ciudadanes del país, les ainus experimentaban una fuerte discriminación, discriminación que persiste también hoy en día. De hecho, aún siendo un pueblo indígena, no fue reconocido de manera oficial como tal por el gobierno japonés hasta 2019, hace tan solo 4 años.

Mujeres ainu con los tatuajes tradicionales/ ©Michele y Tom Grimm/Alamy

La lucha del ainu por sus derechos y su reconocimiento como pueblo indígena, así como la expresión de su identidad, ha sido una lucha en la que las mujeres han sido imprescindibles. Más que un sujeto pasivo, las mujeres ainu, al igual que tantas otras en la historia ―cuyo rol en ésta siempre ha sido infravalorado, a diferencia del de los hombres― han sido muy activas, no solo en la preservación de su cultura, sino en la reivindicación por sus derechos.  Es por ello que este artículo pretende reivindicar algunas de ellas y el importante papel que han jugado en la historia.

Yukie Chiri

El primer casos es el de Yukie Chiri. Nació en 1903 en Noboribetsu, Hokkaidō.  Se crió con su tía y su abuela y desde pequeña no tuvo problema para aprender japonés. Su abuela apenas hablaba el idioma, lo que llevó a que Yukie aprendiera a hablar tanto el japonés como la lengua ainu sin problemas. Un día, recibió la visita de un filólogo llamado Kyōsuke Kindaichi, que estaba realizando una investigación sobre cultura oral ainu, concretamente sobre los Yūkari, una serie de poemas cantados tradicionales. Yukie le mostró una redacción en japonés que había realizado para su escuela, y Kindaichi se asombró al leerla, pues consideró que estaba excelentemente escrita. El filólogo le propuso entonces elaborar junto a él un libro recopilación de Yūkari traducidos al japonés, que publicó junto con él bajo el título de Ainu Shinyōshū (Recopilación de las épicas de los dioses). Desgraciadamente, Yukie falleció con tan solo 19 años y fue su abuela, llamada Matsu Kannari quien junto a Kindaichi continuó la labor de recopilar los poemas. Así, estas dos mujeres jugaron un papel importante en la preservación de la cultura de su pueblo y que ésta no cayese en el olvido, ante un gobierno que por entonces les forzaba activamente a renunciar a su cultura.

En 1899 se aceptó una ley, conocida como Hokkaidō Kyūdojin Hogohō (Ley de protección de aborígenes de Hokkaidō). Ésta tenía como objetivo proteger a les ainus. Sin embargo consiguió el efecto contrario, empeorando su situación. Muches se manifestaron en contra de esa ley, y entre estas personas se encontraba Michi Arai. Esta mujer fue una gran activista, al igual que su marido. Juntes hicieron un gran esfuerzo para intentar lograr que la prohibieran. Michi llegó a emplear gran parte de su sueldo para viajar a Tokio junto a su marido a presentar propuestas alternativas a la ley. Actualmente, ésta sigue en vigor, habiendo sido revisada y modificada varias veces.

Por último, es imprescindible recordar a Mieko Chikkap. Se hizo conocida en Japón en 1985, cuando los medios se hicieron eco de que denunció a un profesor de la universidad de Hokkaidō. El motivo de la denuncia fue que éste publicó un libro en el que utilizaba la foto de Mieko sin permiso. Además, en el mismo volumen se podían leer ideas preconcebidas y discriminatorias sobre su pueblo. Finalmente, el profesor tuvo que pagarle una indemnización, junto con una disculpa escrita. Debido a este caso, Mieko decidió dedicarse a luchar contra la percepción pública de su herencia y a reflexionar sobre su identidad y qué significa ser una mujer ainu. Así, empezó su carrera en el activismo político, llegando a publicar dos autobiografías donde define su idea de lo que supone ser una mujer ainu. El activismo político que realizaba no era del agrado de su marido, por lo que Mieko decidió divorciarse y adoptó el apellido Chikkap, que significa «pájaro» en el idioma ainu. El hecho de utilizar un apellido de su pueblo y no uno japonés, era una forma de demostrar su desacuerdo a la obligatoriedad de utilizar un apellido nipón al inscribirte en el registro familiar.

Hoy en día, Mieko continúa haciendo activismo político, además de tejer. Según ella, tanto el arte de tejer como el del activismo político tienen una gran importancia, puesto que las mujeres ainus han tejido tradicionalmente con la intención de proteger a su familia de los malos espíritus. Cada puntada que dan representa una oración, por lo que tejer representa una especie de ritual religioso a través del cual aseguran el bienestar de la familia. Así, hilar es algo que define desde siempre a las mujeres ainu.

Estas mujeres, como el resto de mujeres ainus, han sido imprescindibles en la lucha por sus derechos como pueblo indígena y en la lucha por defender su identidad, ante un imperialismo que les discrimina y quiere silenciarles. Cuando muchos hablan de Japón siempre lo hacen de un país aparentemente homogéneo, pero eso está muy lejos de la realidad. Japón tiene poblaciones indígenas, como les ainu o los pueblos nativos de Ryūkyū, y negar esa realidad es crear una idea ficticia de un país para que encaje en los ideales que muchas personas tienen sobre éste.

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