Por qué deberías jugar a Wild Arms 3

Revisitar las tendencias antiguas en el mundo de los videojuegos es un asunto extraño. Si bien es entendible sentir cariño por géneros con los cuales uno creció no deja de ser curioso cómo conceptos olvidados o directamente lapidados en su momento son traídos a la palestra para tener una segunda vida en un contexto diferente ya fuera por nostalgia o por curiosidad histórica. Aunque ahora tenga lugar un auge nostálgico hacia el color apagado de la generación de la Playstation 3 este no es el centro de atención de este artículo, sino una tendencia anterior, el convulso periodo del rol japonés de Playstation 2. Así, quitando una espinita dos décadas después, toca hablar de Wild Arms 3.

Wild Arms 3 —subtitulado en Japón como Advanced 3rd— se publicó en los primeros años de la segunda consola de Sony, desarrollado por Media.Vision y distribuido por la propia Sony, aunque a Europa llegó un poco más tarde de la mano de Ubisoft. Aunque es la tercera entrega de la saga, se aleja lo suficiente a nivel argumental como para poderse ser disfrutado sin haber jugado los anteriores. El título nos coloca en la tierra de Filgaia, un mundo completamente convertido en desierto por una calamidad ocurrida hace eones, hasta el punto que los mismos mares se han vuelto de arena y la desolación se prolonga tras cada esquina. Aquí es donde aparecen los llamados drifters, una suerte de exploradores que buscan fama y fortuna entre tanto desamparo.

El primer encuentro entre nuestros protagonistas / ©Media.Vision

Aunque evidentemente hereda muchos de los estándares del JRPG, Wild Arms 3 intenta hacer su propia cosa con varios de ellos. Por ejemplo, se hace mucho énfasis en la poca cantidad de objetos curativos, ya que en Filgaia no crece, por lo general, ningún tipo de fruta. Aquí entra la barra de vitalidad, que permitirá que al final de cada combate los personajes descansen y se recuperen un poco a costa de dicho medidor, utilizando elementos difíciles de encontrar, solo en momentos complicados. Otra de las ideas que tienen es el concepto del sello del migrante, que permite gastar una serie de puntos —que podemos ir aumentando de diferentes maneras— para evitar automáticamente cualquier combate que no sea de la trama principal, por poderoso que sea, siempre y cuando tengas los puntos necesarios. La última por mencionar es que las ciudades, en un principio, no aparecen en el mapa, sino que como exploradores que somos tendremos que utilizar una suerte de radar en el lugar donde esté una localización la primera vez que accedemos a esta, ya que así conseguiremos las coordenadas de los distintos sitios de interés que visitar avanzando en la trama. Estas son solo unas cuantas de las rarezas del juego, que si bien puede sonar levemente obtuso y en contra del un diseño pulido, también le otorga gran cantidad de carisma, gracias a sus ideas propias, estén mejor o peor ejecutadas.

El elenco protagonista no se queda atrás, y funciona de forma muy redonda. En los primeros compases del juego vemos como los cuatro drifters principales se están apuntando mutuamente con sus armas, como si del enésimo western se tratase, y es ahí cuando el juego nos da el control para elegir cual de los cuatro prólogos queremos visitar primero. Virginia, una tozuda novata en busca de su padre; Gallows, un perezoso Baskar —el equivalente de los nativos americanos, aunque la realidad es un poco más compleja— que huye del peso de sus responsabilidades; Clive, un estudioso cazarrecompensas y finalmente Jet, un hombre amnésico que intenta impresionar a sus compañeros con nefastos resultados. Wild Arms 3 juega muy bien con las dinámicas de los personajes, dando, por ejemplo, la voz cantante del grupo a la mujer y haciéndola su líder, llevando al nativo americano a ser alguien con luces y sombras en lugar de reducirlo a clichés racistas o hacer que el personaje que usa el rifle de francotirador —rol reservado normalmente a personalidades frías y calladas— sea un amable y estudioso padre de familia que, además, no cae en el tropo de tener a un familiar en el frigorífico. Si bien Jet se lleva la peor parte del conjunto los misterios alrededor de su amnesia y su forma de invertir la dinámica del Llanero Solitario son igualmente reseñables. Este conjunto de drifters —que forman su alianza en un épico combate sobre un tren— empieza siendo un grupo que no se aguanta, pero que acaba convirtiéndose en un equipo inseparable. Sin embargo, estos no son los únicos personajes del juego, ya que tenemos a Janus, líder de bandidos cuyo complejo de inferioridad frente a Virginia le hará caer más y más bajo en actos deleznables o la pequeña pero alocada familia Schrödinger, unos cazarrecompensas cuya relación con nuestros protagonistas variará según el precio de sus cabezas. Mención especial a su líder, Maya, que formará una relación inseparable con Virginia, ya sea como amiga o enemiga.

La familia Schrödinger / ©Media.Vision

El argumento es muy interesante y se centra principalmente en descubrir los secretos de Filgaia, como la razón por la que ocurrió el famoso cataclismo y, por supuesto, en resolver las pesquisas particulares de nuestros protagonistas. Si bien no es algo particularmente rompedor o grandilocuente, sí tiene la bondad de estar hilado al milímetro, con una cantidad de foreshadowing absurda en sus elementos que uno no puede percibir en su primera partida, pero que está constantemente en la cara del jugador cuando lo revisita. Por otro lado, el combate juega con los estándares del genero, aunque cambia los puntos de magia por una barra que se va cargando durante el enfrentamiento y un sistema de balas cuya cantidad dependerá del ARM —las armas de los protagonistas, cuyo acrónimo significa Artifact from Ruins Memories— y se podrá mejorar al igual que el resto de parámetros del arma, ya que en este juego las armas solo se pueden comprar, en lugar de sustituir, en la tienda por otras mejores, al estar ligadas al argumento.

Y estas son solo algunas de las muchas bazas que nos ofrece este título. Si bien es cierto que para el jugador menos experimentado y más casual este juego sería lo último que tendría en mente, siempre es bueno sacar a la luz obras menos conocidas para poder explorar nuevas perspectivas de un género tan interesante como puede ser el rol japonés y ayudar a gente a descubrir una obra que aunque sea lo suficientemente obtusa, puede quedarse con vuestro corazón. Porque a veces, el buen rol japonés se hace en el Oeste. Nos vemos por Filgaia.

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