Es muy complicado adaptar anime a videojuegos. O, en general, cualquier obra. Aquello pensado como una obra puramente narrativa tiene que cambiarse para incluir la interactividad propia de un videojuego, y la gran cantidad de géneros de videojuegos que existen no ayuda a esto. Si bien voy a tomarme la libertad de mencionar otras franquicias, los ejemplos principales de este artículo son dos mangas extremadamente populares publicados en la Shonen Jump: Naruto y One Piece.
Siendo justos, y desde un punto mínimamente imparcial, los videojuegos de anime vienen como producto de marketing primero y videojuego después, tratando de vender estos videojuegos como una forma alternativa a jugar con los muñecos de tus personajes en el suelo de tu casa como cuando éramos niños. Ahora bien, ¿por qué consumimos este tipo de productos, cuando su calidad es, normalmente, bastante baja? Claramente porque la mercadotecnia alrededor del juego funciona, o porque somos demasiado orgullosos para decir abiertamente que estos juegos son basura. Un par de ejemplos bastante claros serían My Hero One’s Justice y One Punch-Man: A Hero Nobody Knows o, como me gusta llamarlo a mí, A Game Nobody Asked For ―un juego que nadie pidió―, dos juegos desastrosos a nivel técnico y de mercado pero que, por algún motivo, alguien en su oficina en Japón que sería buena idea.

Hablando concretamente del videojuego del calvo más poderoso de la historia, en él podremos encarnar a una cantidad bastante considerable de personajes del anime de One Punch-Man, siendo obviamente la estrella del plantel Saitama, el hombre capaz de derrotar a cualquier enemigo de un puñetazo, lo cual lo convierte en un personaje más bien poco apto para un juego de peleas. Para compensar este hecho, los desarrolladores plantearon que Saitama estaría llegando tarde al combate si se le selecciona, por lo que hasta pasada una cantidad determinada de tiempo, el jugador no podría usar al héroe. Lo que parece una decisión de diseño inteligente para evitar que se abuse de Saitama como personaje o que se desprestigie la obra original haciendo que no pueda derrotar a sus rivales de un puñetazo, se convierte en, posiblemente, uno de sus mayores lastres: obligar a los jugadores a escoger a Saitama y luchar defensivamente durante el tiempo necesario hasta que el protagonista de la serie llegue al combate para después ganar con facilidad. Un juego sencillo, aburrido y sin más carisma que el de los personajes de la serie, además de un desastre en ventas y marketing. Es, posiblemente, uno de los peores videojuegos basados en un anime que existe. Y menos mal que no he jugado ninguna versión en videojuego de My Hero Academia, porque seguro que tendríais otro párrafo más en este artículo soltando pestes.
Si a todo esto le sumamos unos tiempos de desarrollo seguramente draconianos que requieren a los desarrollador lanzar juegos como quien tira de la cadena del váter, se queda una cultura de desarrollo bastante nefasta que le hace un flaco favor al mundillo de los videojuegos en su conjunto que, sumado a una práctica tan poco amigable como ampliamente extendida como son los DLCs, se está yendo a pique poco a poco. Y es que los DLCs son también un tema de estudio curioso, porque muchas obras, sabiendo que van a vender sí o sí sus pases de temporada, puede dedicarle poco esfuerzo a lanzar contenido y seguir exprimiendo cada céntimo del consumidor. Sin ir más lejos, los desarrolladores del primer videojuego de Kimetsu no Yaiba, que lleva por subtítulo Hinokami Chronicles, han decidido incluir un total de cuatro Tanjiros, el protagonista de la obra original: Tanjiro normal, Tanjiro del final de la primera temporada del anime, Tanjiro de un universo alternativo de instituto y Tanjiro de la segunda temporada del anime. Que cualquier cantidad de protagonistas repetidos palidece ante Dragon Ball FighterZ y sus entre cinco y catorce Gokus —depiendo de cómo de permisivo seas y qué consideres «un Goku»—, pero no deja de ser una situación un tanto vergonzosa.

También es importante recalcar cómo en casi ninguno de estos juegos —con una excepción de la que se hablará más adelante— logran atrapar el estilo, la esencia, el alma de la obra original, dando lugar a versiones descafeinadas donde los eventos del anime se siguen de forma más o menos similar, pero con una dirección y banda sonora inferior al producto original. Incluso en el caso de One Piece Pirate Warriors 4, que para mí es el mejor juego de One Piece y uno de los mejores juegos adaptación de anime, momentos tan emblemáticos como la tremenda paliza que recibe Rob Lucci al final de la saga de Enies Lobby quedan como un plagio barato del anime al usar los mismos planos, pero con una música genérica para el juego usada en otros tantos momentos y una actuación bastante más pobre que la original. O la mítica paliza a Crocodile al final de Arabasta, donde el anime usa la Sinfonía del Nuevo Mundo del compositor checo Antonín Dvořák, aquí vuelve a utilizar el mismo tono genérico semirockero que no transmite nada apenas con, de nuevo, una dirección y actuación muchísimo menos inspiradas que la obra original.
No obstante, puede que debido a la paupérrima calidad de la obra original o a la calidad de los productos que suele ofrecer CyberConnect2, la saga Ultimate Ninja Storm de Naruto hace las delicias de los fans de la saga, en especial la cuarta entrega numerada. Si bien su modo historia contiene frames estáticos del anime —algunos con una calidad bastante penosa, marca Pierrot—, las escenas animadas con el motor del juego son, en prácticamente todos los aspectos, una mejora respecto a la obra en la que se basa, que logra mejorar el ritmo la narrativo y la pobre calidad que tiene el anime de Naruto desde que comenzara su época Shippuden. De hecho, y a nivel totalmente personal, la historia del juego es un sustituto perfecto en casi todos los aspectos al manga y al anime, donde en unas pocas horas se resume la Gran Guerra Ninja, la saga más infame de todo Naruto. Y, de regalo, cuenta con uno de los mejores openings de todo el material que existe de Naruto en el que también participa el grupo osaqueño KANA-BOON, quienes hicieron uno de los openings más populares musicalmente hablando de la versión animada de nuestro ninja butanero, Silhouette.
Pero este artículo era originalmente sobre One Piece, y cómo es complicado encontrar un género para un videojuego. Al tratarse de una de las obras más longevas del mundo del manga, los desarrolladores han podido experimentar con diversos géneros, desde los más obvios hasta los más extraños: juegos de pelea 2D, juegos de pelea en arenas, brawlers al más puro estilo Smash Bros., juegos de aventura y exploración, RPGs por turnos, juegos de fiesta, gachas ―cómo no―, musous y, os lo juro, juegos de baseball. De alguno de todos estos géneros ha tenido que salir al menos algún juego bueno en los casi sesenta juegos que ha habido desde 1997, año en que se publicara por primera vez el manga… ¿no?
La verdad es que, aunque no he podido probar la gran mayoría de juegos, ya sea por ser demasiado antiguos o no haber llegado localizados al menos al inglés, sí que he podido catar diferentes géneros que han tratado de capturar la esencia de One Piece y únicamente ha habido dos iteraciones que lo han conseguido. La primera se trata de la saga Unlimited, aunque únicamente los Unlimited Cruise de Nintendo Wii. Si bien ha habido más entregas de la saga, ninguna como las estos dos juegos para mostrar el espíritu de exploración y aventura que nos demuestra la serie en ocasiones, especialmente en los openings donde vemos a la tripulación en islas exóticas, riscos elevados o idílicos prados que nunca se pueden explorar en la historia principal. En las dos entregas de Unlimited Cruise podemos encarnar a la tripulación al completo ―hasta la reciente unión de Brook en aquel momento― en una isla donde hay que usar los poderes de todos para superar ciertos puzles, abrirse camino entre ruinas y desentrañando misterios ―bastante obvios, pero amenos― sobre qué está sucediendo. A todo esto hay que añadirle algunos subsistemas de pesca, cocina y recolección y tenemos una duología ―Unlimited Cruise 2 es una secuela directa de la primera parte― con un tono casi acogedor y a menor escala de lo que supone One Piece a día de hoy.

¿Y qué supone One Piece a día de hoy? Voy comenzar por lo que no es One Piece a día de hoy: un JRPG por turnos donde la tripulación olvida mágicamente todas sus habilidades para justificar la progresión de niveles y el combate se basa en un sistema de «piedra, papel o tijera», con mazmorras pasilleras que parecen diseñadas para que Zoro no se pierda. En efecto, estoy hablando One Piece Odyssey, posiblemente uno de los peores juegos recientes de la franquicia. Ahora sí, One Piece a día de hoy son ataques con parten edificios por la mitad con un mero movimiento de muñeca y cientos y cientos de soldados enemigos cayendo a manos de un ataque cualquiera de Luffy. Por eso mismo, la saga Pirate Warriors ―en especial la cuarta y última entrega― podría ser la mejor forma de adaptar One Piece a formato videojuego actualmente. Si bien es cierto que las primeras sagas de One Piece pueden no funcionar con este formato, salvo algunas excepciones como podría ser Arabasta, en los arcos argumentales más recientes como Wano tienen el formato perfecto. Además, la sensación de poder que ofrece el juego al ver la cantidad de golpes y número de enemigos derrotados da un subidón de serotonina. Es un juego que, especialmente para aquellos que disfruten de un buen musou, da lo que promete y cumple con creces.
Obviamente, tiene sus problemas como se han mencionado antes: las cinemáticas del juego son versiones calcadas del anime pero con peor calidad, tiene dos pases de temporada con más personajes, aspectos técnicos que no están pulidos, una traducción al español bastante mediocre y un sinfín de defectos más. Y que este sea mi videojuego de anime favorito —seguido de Ninja Storm 4— deja en un lugar bastante deleznable a los demás juego de este estilo. No obstante, cada cual tiene sus gustos y todos son respetables, no hay que juzgar a nadie. Salvo si su juego favorito de anime es el de One Punch-Man. En ese caso no.
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