Opinión: No jugaré más a mi saga favorita

Dejadme poner las cartas sobre la mesa: adoro los videojuegos. Es una de las razones por las que he estudiado mi carrera y me he especializado en ellos, pero hay líneas que ya no puedo cruzar. Me he hartado de que las empresas mareen a los consumidores y que el público tenga que apañarse con aquello que nos ofrecen, incluso cuando son migas de lo que realmente podrían llegar a proporcionar en muchos de los títulos que salen al mercado.

En estos últimos años, estas situaciones ya se han vuelto la tónica general de numerosas franquicias o empresas, pues saben que, incluso si ofrecen cualquier producto en cualquier condición, cierto sector del público comprará todo aquello que saquen al mercado. Algunos defenderán este título a muerte, sin una consciencia real de lo que realmente ha pasado. Quizás estas sean personas que aún están empezando a desarrollar pensamiento crítico o que adoptan el discurso de cualquier creador de contenido —quien quizás ha percibido cierto ingreso por parte de dicha empresa para promocionar el título y le falta un poco de honestidad a la hora de hablar del mismo—. Otras incluso, siendo conscientes en el muy fondo del estado del título y la jugada de la compañía, comprarán y ensalzarán el título porque «se lo deben a su yo de diez años» o se engañarán a sí mismas diciendo que «no está tan mal, el problema es que nos han podido las expectativas y no fuimos realistas con lo que podíamos esperar de este videojuego».

Que levante la mano quien haya usado el truco de saltar hacia atrás para subir montañas… / © The Pokémon Company

El resultado es que, sea por la nostalgia que cierto título evoca o las expectativas que ha generado, se conseguirán las ventas necesarias para que ese juego ya se considere rentable. Un juego en el cual se ha ofrecido lo mínimo para que funcionase y, si bien pudo haber quedado perfecto con un par de meses más de perfeccionamiento, dos personajes jugables o un idioma más, ya fue suficiente para que triunfase. El problema que a título personal —como profesional y como jugadora— más me enfada de la industria en la actualidad es que muchas grandes empresas priorizan la presencia de muchos títulos en el mercado a la calidad de los mismos y de las condiciones de aquellos que trabajan en ellos.

Esto a nivel individual tiene difícil solución. Estamos en una era en la que toda la industria del entretenimiento está sobresaturada: libros, series, películas, animes, videojuegos… Ya lo hemos discutido en esta web, pero lo cierto es que no pasa ni un día sin que las IPs anuncien nuevas entregas de sus universos y mantenerse al día en todas se volvió prácticamente imposible. En las series y películas, las imágenes de «planificación de la fase Y del universo X» se volvían más un desafío que un hobby. Por otra parte, si quieres estar al día con todos los grandes lanzamientos de la industria del videojuego, seguramente eres un as en la gestión del tiempo o has sacrificado tu familia, amigos y conocidos. Sin embargo, tampoco es como si a la gente que gestiona la salida de todos estos productos al mercado le importase demasiado la abrumante situación del mismo; al vivir en esta sobresaturación continua, no sacar títulos es sinónimo de «perder presencia o relevancia», por lo que apurar a trabajadores y sacar juegos a medio terminar suele ser la solución.

Y esto fue solo hasta Endgame. Después, las series oficiales en las que suceden acontecimientos muy relevantes para la trama general se volvieron muy habituales, por lo que estar al día en el universo era casi un deporte de fondo. / © Cinemascomics

Además, hay otras veces —para mí, las más frustrantes—, en las que precisamente no son las condiciones de tiempos o de la industria las que provocan que los juegos no respondan a los mínimos de calidad que el público general espera.

A veces, se estima necesario que una IP tiene que tener un título nuevo cada año, sí o sí; sin embargo, no pueden concederse todos los meses de postproducción que le harían falta para detectar bugs o mejorar gráficos, porque «tiene que salir un título cada año». Lo peor es que la comunidad es consciente de esto, pero sigue creyendo que el siguiente título tendrá una calidad mayor, mejores diseños y romperá récords el día de su lanzamiento. Una posible salida a este círculo interminable sería pausar el ritmo y perfeccionar el último título mientras se desarrolla, muy poco a poco, la siguiente entrega de la IP. Sin embargo, la posibilidad de estar un año sin contenido nuevo de la franquicia hace que algunos fans, normalmente los más vocales con sus opiniones, implosionen de una manera injustificable y se deshagan en insultos a la compañía. Da la impresión que unos pocos prefieren seguir con contenido de calidad cuestionable, pero abundante en cantidad. Desgraciadamente, como esos pocos son el público que siempre comprará los nuevos títulos, es a quienes la compañía hace más caso.

Otro escenario que ha tenido lugar recientemente es que, a la hora de sacar algunos remakes o versiones a mercado, en algunas ocasiones se deja cierto contenido atrás, lo que el público del título original podría llegar a considerar una traición. ¿Por qué elegirías hacer un remake de la versión inicial de tu juego, sin los extras que se le fueron añadiendo los años superiores? Estos extras pueden incluso llegar a suponer un personaje jugable con línea argumental propia e interacciones, que desaparecerán en la nueva versión. ¿Por qué no usarías una traducción a la que solamente tendrías que pasarle una revisión para adaptarla a las normas actuales de la lengua? De esta forma, condenas silenciosamente a esa franquicia al olvido paulatino de su público de un país, pues solamente comprarán el título aquellos fans que tienen cierto nivel en las lenguas en la que llegue dicho título.

No es un título en el que yo esté especializada, pero me basta con leer los ríos de tinta para estar al corriente de la situación y poder decir: «Manda carallo». / © Atlus

También está el tema de las IAs, a las cuales no puedo llegar a comprender cómo existen personas que pueden llegar a apoyarlas en el ámbito creativo. Las IAs funcionan por acumulación de información de todo internet; son como un banco de datos que se va nutriendo poco a poco —por ejemplo, todas esas veces que corregías un término al usar DeepL le estabas enseñando a la IA qué palabra era más apropiada a la hora de traducir un término en un contexto—. Sin embargo, no todo aquello de lo que se nutre la IA tiene calidad u originalidad, por lo cual las obras producidas por estas se deberían quedar simplemente en un experimento o una anécdota graciosa. No voy a entrar en lo terrible que me parece el hecho de exista gente que defienda que obras de arte sin corazón compuestas por ceros y unos son mejores que las creadas por una persona humana —como tú y como yo—, que le ha dedicado su tiempo y la ha dotado de cariño. Afortunadamente, en el tema del uso de IA para creación de guiones, ya hay un movimiento que está dejando clara la importancia de los guionistas humanos al público general. A su vez, la huelga de guionistas —a la que trabajadores de diversos sectores se han sumado— contra la IA está teniendo otro efecto secundario que, a la larga, beneficiará al público: retrasos de producciones y descongestión del mercado. Si la primera opción es tener pan duro hoy y hambre mañana y la segunda es pasar hambre hoy y mañana comer un bocata…, pues prefiero la segunda.

Obviamente, estos escenarios no se dan con todas las empresas ni con todos los títulos; las desarrolladoras indies ya siempre buscan un grado de perfección proporcional a su presupuesto —que no es precisamente ingente— y con ciertas franquicias no se tiene miedo a retrasar la siguiente entrega, hasta que quede prácticamente niquelada en todos los idiomas —o incluso más que los habituales— . Supongo que esto se debe a que, en esos contextos, la gente trajeada que toma las decisiones sabe que no puede permitirse sacar las cosas deprisa, mal y corriendo, porque el lanzamiento rompería una tónica general de éxitos, así que merece más la pena tomarse las cosas con calma.

Puede que yo no sea la persona que más videojuegos ha jugado y seguramente habrá personas que han jugado a más títulos en un año que yo en toda mi vida. Sin embargo, no significa que quiera a este medio menos o sea menos consciente de todo lo que ocurre en el mismo. Aunque mucha gente ya comulga con esta idea, quiero reiterarla como conclusión final de este modesto artículo de opinión: prefiero que salgan a mercado menos juegos si estos están hechos con el cariño que se merecen, responden a las expectativas del público general y la gente involucrada en ellos ha visto respetados todos sus derechos y ha percibido un salario acorde a su trabajo en el título. Ya no me pongo exquisita si son títulos nuevos,  remakes, remasters o reboots.

¿Queréis adivinar el contenido en español de estos dos remasters? Porque es bastante fácil. / © Capcom

Simplemente, me gustaría que la pasión y la diversión vuelva a ser lo prioritario en este medio. Que no esté dominado por la búsqueda de un beneficio frío y sin corazón, en el que los consumidores ya no somos el objetivo, sino el medio para que unos pocos se enriquezcan a costa de nuestras ilusiones. Por lo tanto, y hasta que ciertas sagas dejen de adoptar este tipo de estrategias, me he comprometido a no volver a jugar a mi saga favorita. No espero que todo el mundo tome decisiones de este tipo, pero es mi manera de decir basta ante estas conductas. ¿A alguien le importa que tome esta decisión? Pues seguramente no, pero por lo menos me quedo en paz conmigo misma ante la desastrosa situación que sufre en España ciertos videojuegos. 

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