Luffy no es un pirata

Me gustaría tener toda tu atención los próximos minutos. Es probable que hayas hecho clic en el artículo con dudas hacia una afirmación así de contundente. No te preocupes; si me acompañas en este pequeño viaje, que tal vez no nos lleve hasta el One Piece pero sí hasta una conclusión, podríamos estar de acuerdo en que se trata simplemente de una cuestión de terminología. Sin embargo, puestos a hablar de términos, se tendría que matizar primero qué significa ser un pirata para One Piece.

Creo que es bastante común pensar en la idea pop del pirata de pata de palo como referente global de lo que vendría a ser un pirata. Con todo, One Piece en particular desvirtúa el significado de lo que tiene que significar la palabra pirata. En el sentido más canónico del término, un pirata tendría que ser alguien que navega por los mares en su barco, robando y saqueando a otros veleros y siguiendo mapas para llegar a tesoros. Hablamos de un criminal, pero también hablamos de alguien que brinda por la libertad con su botella de ron. En la ficción hemos visto cientos de piratas, desde sucias ratas de mar hasta los más nobles, pero todos tienen una cosa en común: enfrentar el statu quo por su libertad.

La tripulación reunida, en su encarnación live action. / © SHUEISHA, Netflix

El sistema político de One Piece funciona con un sistema de gobierno centralizado. La Marina funciona como la Policía naval del Gobierno mundial y la gran mayoría de islas que conforman el mundo forman parte de esta gran alianza. Por lo tanto, la Marina es la Policía del mundo, teniendo jurisdicción en prácticamente cualquier lugar que estos pisen.

El problema de un gobierno centralizado es que tiene más en cuenta el beneficio propio y generalizado que las, para ellos, pequeñas interacciones locales, subestimando así los conflictos localistas y no pudiendo dar apoyos justos a los países de su propia alianza que en teoría protegen. Si a esto sumamos otros elementos, como la corrupción dentro del propio gobierno o el desinterés por traer una situación realmente justa de una gran mayoría de sus altos cargos, pues apaga y vámonos.

Este tipo de injusticias crea desconfianza hacia la autoridad y esa búsqueda por la libertad te hace poner en jaque el criterio de la ley, así que es natural que haya gente que decida emplear sus propios medios por encontrar esa ansiada libertad, pese a cualquier regla impuesta por el injusto sistema. Aquí podemos cruzarnos con verdaderos criminales o simplemente con gente que se lanza a la mar, pero todos y cada uno de ellos son delincuentes para este gobierno centralizado que mira primero por sus propios intereses. Podríamos hablar de anarquismo, pero tampoco quiero dotar de ideologías a una obra escrita por un autor que ha demostrado en más de una ocasión que, como mínimo, es un poco tibio.

«¿Mi tesoro? Lo dejé todo ahí, ojalá se atragante el rufián que lo encuentre». – Gold D. Roger / © SHUEISHA

La Gran Batida fue el evento que supuso un punto y aparte en la historia del mundo. Se trata del momento en el que Gold D. Roger habló sobre su tesoro, minutos antes de ser ejecutado. Esto dio lugar a la Gran Era de la Piratería, en la cual cientos de personas tomaron la mar en búsqueda del legendario tesoro del rey de los piratas: el One Piece. Todos conocemos este evento, es la introducción de la serie y con lo que empiezan los primeros capítulos antes de que empiece a sonar el opening. Este momento tan icónico de la historia fue el que incentivó a nuestro protagonista a empezar su aventura.

Luffy es, ante todo, un buscador de la libertad. Los piratas son gente que no se atan a las normas y, al no hacerlo, se convierten en gente libre. Su sueño es ser rey de los piratas, no porque crea en la piratería ni porque le interese el saqueo y el pillaje, sino porque quiere ser la persona más libre del mundo. Sin embargo, es curioso cómo el gobierno mundial recoge a la gran mayoría de criminales como piratas y la concepción concreta de lo que es ser un pirata para la obra, ya que, desde este prisma, nos encontramos con que Luffy no cumple ninguno de los estándares de lo que en teoría tenemos concebimos como pirata.

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El primer encuentro con Barbanegra. / © SHUEISHA

Pero… ¿sabéis quien si que los cumple? Barbanegra. Hablamos de alguien que disfruta del pillaje, la traición y el ron, pero que demuestra cierta camaradería hacía otros criminales que portan su bandera, pese a que es evidente que cualquiera le clavaría un cuchillo por la espalda si tuviera la oportunidad. Pese a ello, es un soñador y, en cierta forma, otro buscador de la libertad. Se trata de una perfecta antítesis de Luffy y resulta tremendamente cómico que el villano perfecto para Luffy sea el molde del pirata ideal.

Pero entonces… ¿Qué es Luffy? Pues un pirata no es. Entiendo lo extendida que esta la definición de pirata en un mundo donde toda la gente que incumple la ley viaja por un mundo de islas con un barco y bajo una bandera, pero en el Sunny no viajan piratas, sino un grupo de amigos que se apoyan para cumplir sus sueños. Luffy y su banda son algo más parecido a un grupo de aventureros que a un grupo de piratas, y pese a que la mona se vista de pirata, mona se queda.

Un pirata saquea y roba. Luffy y su banda, en cambio, han ayudado a todos y cada una de las personas que se han ido cruzando por su camino. Los Sombrero de Paja buscan la libertad y van a enfrentar de cara a cualquier régimen dictatorial con el que se crucen. Podríamos relacionar a Luffy con una especie de reinterpretación japonesa del clásico de Tom Sawyer, lanzándose a la aventura con una barquita y un sombrero. Incluso podría ser acertado considerarlo una figura influyente en su mundo, alguien que inspira con sus actos a hacer un mundo mejor, una especie de mesías de la libertad. Si me apuras, los Sombrero de Paja es una especie de patrulla urbana que limpia la corrupción a puños y destapa las debilidades de un gobierno corrupto, mientras hace el trabajo que debería de estar haciendo la marina: proteger a la ciudadanía.

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