Este artículo trata elementos que se repiten a lo largo de Space Dandy además de hablar abiertamente de los episodios 8 y 13 —el último— de la segunda temporada.
Se recomienda discreción al lector ante los spoilers.

«Space Dandy es un tío dandi en el espacio» es la primera frase que oímos en la introducción de cada capítulo de las aventuras de Dandy y compañía. Tan redundante como pegadiza, nos da la bienvenida al despliegue de creatividad y originalidad que hace relucir a cada episodio de la serie. Cada nueva andanza de nuestros protagonistas es distinta de las que la preceden y continúan y, sin embargo, hay algo de lo que el espectador no tarda en darse cuenta: la falta de continuidad.

Space Dandy no duda en recurrir a este arsenal de posibilidades para situarnos en un punto de inicio y cierre dispares en cada capítulo. ¡En varios capítulos los protagonistas acaban muertos y al siguiente están como si nada! Sin embargo, hay más en esta característica de lo que la serie deja entrever, pues conecta con la filosofía absurdista que persigue la obra y el conflicto con su hedonista personaje principal.

El absurdismo, como corriente filosófica y, de nuevo redundantemente, sostiene que la vida es absurda y debemos aceptarlo y entregarnos a lo irracional y el universo de Space Dandy no anda corto de disparates. Colores, diseños, arquitectura, planetario… No hay nada imposible en la última frontera, que es donde Dandy, QT y Meow, como tripulantes de la Aloha Oe, sufren destinos de distintas naturalezas. Sin embargo, en gran parte de sus finales hay cierta calidez en la aceptación y comedia con la que hacen frente a sus sinos. La razón básica entra en conflicto con la aleatoriedad de la galaxia y de ahí nace el absurdo.

La visión nihilista suele ir de la mano con la absurdista, con la última centrándose más en la relación humana con la caótica vida que le rodea. El absurdismo suele estar asociado a un enfoque más positivo de la falta de sentido en la vida, lleno de curiosidad y maravilla por la libertad personal que ofrece esta ausencia de significado, dejando a un lado la preocupación existencial más asociada popularmente al primero.

Dandy, como personaje, es el núcleo alrededor del que giran todos los acontecimientos de la serie. No solo es el objetivo de la fuerza antagónica que es el Doctor Gel del Imperio Gogol, sino que además es la personificación de este absurdo que desprende la serie. El propio discurso introductorio de cada episodio nos establece que «Planeta tras planeta, él busca, descubriendo extrañas nuevas especies, tanto amistosas como no». Dandy es un buscavidas que trabaja registrando especies nunca antes descubiertas, un trabajo nómada que le permite ver espacio y andar despacio. Es una paradoja con patas, pues no para de contradecirse consigo mismo en cada episodio, pero es su caótico modo de vida el que nos permite conocerlo y, hacia el final de la serie, entenderlo.

El formato no continuista de Space Dandy es una trampa, y no es hasta el último episodio de la serie en el que todas las piezas se unen para revelarnos la verdad de Dandy, el porqué el Imperio Gogol lleva siguiéndole el rastro desde el primer episodio. Dandy está repleto de pyonium, un elemento ficticio del universo Space Dandy, el cual permite la manipulación del espacio y el tiempo. El propio Dandy, desde su ignorancia, es un ser interdimensional. Es el propio narrador, omnipotente y revelado como el dios de todo el cosmos, quien le confiesa que todos los universos, tanto paralelos como no, están colapsando. Tras este jarro de agua fría, a Dandy se le ofrece el puesto de dios de los universos renacidos, es aquí cuando un intercambio que podría considerarse cómico nos muestra de la manera más trasparente la filosofía de Dandy: se niega.

A lo largo de la serie, Dandy se muestra como un espíritu libre y hedonista, mujeriego como él solo, pero digno cuando la situación lo requiere. Es en negar el puesto de divinidad donde estas características muestran su fulgor, Dandy se niega porque no quiere perder su cuerpo y, por ende, el placer que estar vivo le brinda. Space Dandy nos presenta un conflicto capítulo a capítulo entre el hedonismo del hombre y el absurdismo del mundo.

Adentrándonos más en el modo de ser de Dandy, se observa muy bien su modo de contemplar tanto la vida como la muerte en el octavo episodio de la segunda temporada: «Un Mundo Sin Tristeza, Nena». Uno de los más pausados y reflexivos de la serie, en el que nuestro protagonista pone en duda la ausencia de tristeza en un mundo que actúa como limbo, pues resulta estar muerto antes del inicio del mismo capítulo. Según Dandy, no se puede tener felicidad sin tristeza, no es hasta hablar con la personificación de este limbo en el que alcanza la conclusión que define su ser: «No importa a dónde vaya, esté vivo o muerto, sigo siendo bastante dandi».

Space Dandy es una serie especial, un abanico de posibilidades no encadenado a la continuidad, una oda a la originalidad que se renueva cada episodio. Pero es más, mucho más de lo que se ve a simple vista, el hombre contra el absurdo del modo más vistoso posible. Es una serie que hace honor al «dandi» de su título, presentándonos libertad y estilo a la carta. Todos somos personas día a día en este absurdo mundo, y si el buen Dandy querría que hiciéramos algo, sería sobre todo pasarlo bien, pues la vida es, de lo bueno, lo mejor, y de lo mejor, lo superior, baby.