No es país para viejos: edadismo en la cultura popular japonesa

Hace poco, el Gobierno de España aprobó una ayuda para conceder descuentos de hasta el 90 % en trenes y autobuses de media y larga distancia (incluido Interrail) para el verano. Esta medida, que suena muy bonita y casi utópica, viene con un pero: y es que está dirigida solo a «jóvenes» de entre 18 y 30 años. Obviamente, no hace falta aclarar que se trata de una medida tomada para obtener el voto de cierto sector poblacional de cara a las elecciones generales, pero el quid de la cuestión, y lo que nos interesa en el fondo, es esa restricción de edad. En nuestro país, mucha gente mayor de 30 años vive en una situación precaria, cobrando salarios de miseria o incluso estando en el desempleo. ¿Es que los mayores de 30 años no merecemos nada? Casi nunca aprueban medidas para ayudar a la gente de nuestra edad. Es verdaderamente desolador cumplir 30 años y sentir que no perteneces a ningún sitio, a pesar de que, evidentemente, te sigues sintiendo joven —porque sigues siendo joven—, y más en los tiempos que corren, en los que la vida ha cambiado tanto.

Pero esto, por desgracia, no se limita a nuestro país, sino que muchas veces en nuestros propios hobbies y la ficción que consumimos podemos percibir ese «desprecio» por la gente que pasa de 30 años, y ya no digamos con gente todavía más mayor. Es el caso de buena parte de la cultura popular japonesa, y ese es, precisamente, el tema que queremos traer a colación en este artículo.

Raven de Tales of Vesperia. Mucha pinta de viejo no tiene, no. © Bandai Namco

Queremos empezar hablando del uso del (desagradable) tópico que consiste en incluir un personaje de 30-35 años de media en un grupo de personajes más jóvenes, usualmente rondando los 20 años, y convertir a dicho personaje en una especie de alivio cómico, burlándose constantemente de su edad y llamándolo viejo. Esto es especialmente usado en los RPG, teniendo un claro ejemplo de lo que aquí se comenta en el aclamado Tales of Vesperia, que si bien es un muy buen título, creemos que también cuenta con algunas cosas criticables, como es esto. En Tales of Vesperia, el grupo de personajes jugables está compuesto por un elenco variopinto, y entre ellos tenemos a Raven, un hombre de 35 años. Hay que decir que Raven es, con diferencia, uno de los mejores personajes del juego, pero eso no es óbice para que continuamente lo traten mal y sea el hazmerreír simplemente por su edad.

También es preciso aclarar que muchas veces esta actitud viene potenciada por el propio fandom de la obra en cuestión. Aquí podemos mencionar el caso de Hypnosis Microphone, donde son los propios fans quienes tratan como ancianos a personajes que tienen 35-40 años. Es comprensible que para alguien de, digamos, 18 años una persona de 35 pueda ser «mayor», aunque realmente siga siendo joven, pero también son comentarios muchas veces hirientes para las personas que estamos dentro de ese rango de edad. Claro que somos evidentemente conscientes de que ya no somos unos niños, pero hay un punto medio entre esto y que se nos trate directamente como ancianos. Aunque, por supuesto, tampoco tiene nada malo envejecer, y esta afirmación también es importante entenderla.

Uno de los raperos de Hypnosis Microphone es Jakurai Jinguji, un médico de 35 años. © Aniplex / King Records

Otro tema que hay que abordar es la existencia de poquísimas obras protagonizadas por personajes adultos, de mediana edad o incluso ancianos. Claro que hay excepciones (sobre algunas de ellas hablaremos posteriormente en este artículo), pero muchísimas obras las protagonizan adolescentes o veinteañeros como máximo. ¿A qué se debe esto? En parte, claro está, a que el público adolescente y joven adulto son el objetivo demográfico de muchas de las obras, por lo que se tiende a crear personajes con los que el lector, jugador o espectador pueda sentirse más fácilmente identificado o representado. Pero eso también nos deja fuera, de nuevo, a la población algo mayor, que queremos y merecemos referentes en los que vernos reflejados en ficción.

Por otro lado, influye sobremanera la visión de la vida en Japón. Existe una tendencia a pensar que, al terminar los estudios, una vida de éxito y plenamente satisfactoria consiste en encontrar un buen trabajo estable, casarse y tener hijos. Lo que viene a ser la definición estándar y aceptada de la vida adulta. En Occidente esto también se da, o se daba, pero cada vez tendemos más a prolongar la juventud y a comprender que una vida adulta no está reñida con el disfrute de aficiones. Esta visión vital explicaría por qué hay tan pocos protagonistas adultos: no hay espacio para las aventuras en la vida adulta porque hay que trabajar y cuidar de la familia. No hay tiempo material para convertirse en el héroe de la historia porque tienes que estar ocupado con tu vida anodina y aburrida. Pero eso no debería ser así.

También existe una especie de mistificación de los 30 años, y esto ya es algo que también vivimos en Occidente, como una edad mágica en la que al mismo tiempo tu vida pasa a cobrar sentido frente al desconcierto y la incertidumbre de la juventud y te vuelves viejo de golpe. Pero el 30 no es ningún número mágico y cada persona necesitará su tiempo; la vida no es la misma para todo el mundo y ningún mensaje ni creencia genéricos tienen por qué aplicarse a nosotros.

Además, entra a la palestra lo que nos ha robado el capitalismo como sistema económico-político: el disfrute de nuestro tiempo libre y de ocio, ocupado cada vez más por el trabajo, al que debemos dedicarnos por completo para poder subsistir con un salario que no podemos gastar en nuestras aficiones porque no tenemos tiempo para llevarlas a cabo. Es el triunfo del capitalismo y no deberíamos permitir que esto permeara en la ficción que consumimos, precisamente porque una ficción sin personajes adultos lleva a los jóvenes a creer que los adultos no pueden ni deben ver anime o jugar a videojuegos (cuántas veces hemos visto en Twitter y otras redes a adolescentes enfadados porque la gente de más de 25 años está hablando de anime en vez de cuidar de sus hijos). Pues es precisamente esa visión la que no se debe consentir que prevalezca, de ahí que necesitemos más historias protagonizadas por adultos sin que estos sean un alivio cómico o se les muestre como fracasados porque no tienen un trabajo en condiciones.

Ignorar la existencia de un sector poblacional en función de su edad o convertirlo en el hazmerreír por ser «viejo» es, en esencia, edadismo. Y es absolutamente desolador ser una persona de 31 años que consume anime, manga y videojuegos y ver cómo se representa a personajes de tu rango de edad en estos medios. En vez de eso, hay que abogar por crear más personajes válidos y fuertes (no en el sentido puramente físico de la palabra, sino sobre todo a nivel narrativo) en la ficción japonesa.

El protagonista de Yakuza Like A Dragon o Yakuza 7, Ichiban Kasuga. © SEGA

Pero no todo está perdido y, aunque pocas, hay excepciones honrosas que representan adecuadamente a personajes adultos o ancianos. Como ejemplo muy positivo en el mundo de los videojuegos tenemos la saga Yakuza y, especialmente, la séptima entrega numerada, llamada en Occidente Yakuza: Like a Dragon. El protagonista de este juego es el exyakuza Ichiban Kasuga, un cuarentón obsesionado con Dragon Quest y los JRPG de corte clásico que busca ser el héroe de su propia historia y, en definitiva, su propio camino en la vida. Es la prueba de que también es posible hacer historias ricas y positivas con personajes más adultos.

En el mundillo del manga y el anime también nos gustaría citar dos ejemplos. En primer lugar, tenemos un caso que viene a manifestar que nunca es demasiado tarde para encontrar y disfrutar de nuevas aficiones: se trata de Metamorfosis BL, manga en el que una viuda de 75 años compra un BL porque le llama la atención la portada y, lejos de escandalizarse, vuelve a por el segundo tomo y además traba una nueva amistad con la chica que trabaja en la librería.

Last Hero Inuyashiki es la historia de un hombre mayor que se convierte en cíborg y utiliza sus nuevos poderes para hacer el bien. ©Hiroya Oku.

El segundo y último ejemplo que mencionaremos es Last Hero Inuyashiki. En este manga, el protagonista es un hombre de 58 años que se siente solo y derrotado y, además, le diagnostican cáncer, por lo que parece que no tiene ningún motivo para vivir. Sin embargo, gracias a un meteorito acaba convirtiéndose en cíborg y decide usar sus nuevos poderes para hacer el bien. Es uno de los pocos casos en que el héroe de la historia es un hombre mayor y el villano principal es un joven psicópata. En una entrevista con el autor de la obra, Hiroya Oku, este desveló que en un principio pretendía que el protagonista fuese joven, pero no le acabó cuadrando, de ahí que se decantara por un protagonista mucho más mayor.

Estos son solo unos pocos ejemplos, ni mucho menos los únicos, pero pretendemos que sirvan para ilustrar que es posible hacer buenas historias con personajes mayores.

En definitiva, queremos más y mejor representación de personajes adultos y ancianos en la ficción japonesa. También que se deje de tratar a los treintañeros como si fuesen jubilados porque, además de ser jóvenes, ser viejo tampoco es malo. Porque, al fin y al cabo, la vida realmente no se acaba hasta que te mueres. Hasta entonces, tienes tiempo para vivir todo lo que quieras y la edad no es ni debería ser un límite para la mayoría de las cosas. Y desde aquí queremos deciros que tampoco es tarde para vosotros y alentaros a hacer aquello que queráis independientemente de vuestra edad. Siempre es buen momento para descubrir una nueva afición, aprender algo que lleváis años queriendo aprender o conocer a gente nueva.

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