Cuando desde Monolith Soft revelaron que, al igual que había ocurrido con su título predecesor, Xenoblade Chronicles 3 iba a recibir, como parte de su pase de expansión, un DLC con una historia completamente nueva, las expectativas quedaron bien altas. Torna – The Golden Country había resultado no sólo un complemento excelente, sino un torpedo directo a la línea de flotación de los sentimientos de muchos videojugadores y un puñetazo a los lacrimales de hasta los más duros, por lo que las dudas no se centraban tanto en la calidad a esperar de lo que estaba por venir, sino más bien, por un lado, a si daría un merecido epílogo a Noah, Mio y el resto de personajes con los que habíamos viajado por todo Aionios o si jugaría la carta de la precuela como había ocurrido con XC2 y, por otro, si esta vez la trama estaría conectada de manera más directa a las iteraciones anteriores de la franquicia.
Para desazón de todos aquellos que esperaban unas notas de felicidad sobrepuestas al agridulce final de su juego madre, Future Redeemed es una precuela a los acontecimientos de XC3. Y no sólo eso, sino que enlaza a este último de manera mucho más fuerte y explícita con las dos primeras entregas numeradas de la saga. Como se sabía por los trailers, están Shulk, Rex y Alvis, constantemente son mencionados sucesos y personajes tanto de Bionis como de Alrest y los acontecimientos ocurridos aquí sirven de puente definitivo entre todas las historias contadas por Tetsuya Takahashi y su equipo. Se nos ofrecen por fin las respuestas esperadas a cómo las cosas terminaron estando como están cuando comenzamos el viaje de Noah y sus compañeros y, por supuesto, el por qué de las mismas, todo sobre una montaña rusa de sentimientos intensos, paisajes sobrecogedores y combates épicos contra el mismísimo destino.

Future Redeemed mantiene la base jugable de su juego predecesor casi en su totalidad, mientras se permite pequeños ajustes para pulir los combates y la exploración en un entorno algo más controlado. Desde Monolith han introducido algunas mejoras de calidad de vida que se hacen necesarias —como un localizador de contenedores de objetos que nos avisará cuando haya algo cerca que podamos husmear— y han ajustado el apartado técnico hasta los máximos permitidos por el hardware de la actual consola híbrida de Nintendo. La historia es directa, empieza de forma veloz y, salvo en un pequeño respiro tras el inicio, en el que aprovecha para introducir mejor al equipo protagonista que se acaba de conformar y presentar sus intereses, motivaciones e inquietudes, apenas deja de pisar el acelerador, para poder rentabilizar al máximo la quincena aproximada de horas que dura el título.
Ayer se hablaba en esta web de cómo en muchas ocasiones nuestros héroes favoritos son aprovechados como gancho cuando toca tirar de nostalgia y este es un ejemplo casi inmejorable de ello. Rex y Shulk están casi desde el inicio, mudan su figura original de héroes de sangre caliente por la de experimentados mentores, lo que les sienta de maravilla. Mantienen ese difícil equilibrio, por la naturaleza del mismo, entre hacer honor a su leyenda, brindar al público el fanservice que espera y dejar espacio para que los nuevos personajes —con mención especial para esa increíblemente dinámica pareja que resultan Matthew y A— puedan brillar por sí mismos. Ellos son tan solo el pináculo del gigantesco cargamento de referencias de la franquicia Xenoblade que nos ofrecen desde Monolith Soft. Cada pocos pasos nos encontraremos con algún enemigo salido de una entrega anterior, alguna zona que parezca directamente arrancada de los mundos predecesores e, incluso, melodías venidas compás a compás desde lugares tan remotos como la Colonia 9 original, la genuina, aquella en la que tantos viajes y sueños ambiciosos comenzaron en una época en la que los JRPGs mainstream estaban de capa caída. Por supuesto, Future Redeemed no es un ejercicio multirreferencial vacío ni se juega todo su impacto a la añoranza y a que el jugador señale la pantalla gritando «¡eso me suena!». Esta expansión se sostiene por sí sola gracias a su pulimento de la fórmula progenitora y a su conmovedora historia.
Por profundizar en el refinamiento de la fórmula, unas pocas líneas más arriba se mencionaba que algunas zonas parecen directamente pegadas desde sus juegos de origen y es menester mencionar lo idóneo y magnético del espacio jugable en esta ocasión. XC3 ya avanzaba esto en ciertos momentos, pero su Aionios se sentía mucho más como un mundo nuevo con detalles de los anteriores que como una mezcla real de ellos. Aquí, sin embargo, no sólo tenemos zonas directamente calcadas, sino muchas otras que funcionan como una amalgama descuidada e inorgánica —en el mejor de los sentidos, porque es como debe ser— pero indudablemente bella, donde reconoceremos las agrietadas y ruinosas columnas de otra época, bordearemos las siluetas de las familiares colinas sobre los cielos del atardecer y caminaremos sobre los restos de ciclópeos titanes ya fosilizados. Están a la vez la verticalidad de XC1, los horizontes lejanos y los recovecos secretos de XC2 y, por supuesto, el equilibrio de la obra que cierra la tríada.

Y pese a todo lo que mejora y perfila respecto a su predecesor, Future Redeemed no viene a sustituirlo como «el auténtico Xenoblade 3«. Porque ni esta es su función ni podría serla aunque quisiera. La epopeya de Mio, Noah y compañía era una obra más aislada de la mitopoeia a la que los xenojuegos nos habían acostumbrado hasta entonces, al menos en lo tocante a su trama principal, pero también era una historia mucho más genuina, llena de corazón y cuyo mensaje principal le venía como anillo al dedo al cierre de etapa que encarnaba. Superar nuestros miedos al futuro, tomar nuestro propio camino y seguir adelante, como personas y como conjunto. Poner un punto y aparte y continuar hacia lo desconocido. Irónicamente, esta expansión es, extradiegética y comercialmente, lo contrario, un ejercicio nostálgico de aferramiento a glorias pasadas, pero una vez tomamos los mandos y nos sumergimos en su mundo, se sitúa de manera sincera y valiente como germen y chispa de la mecha de lo que, en la cronología de la saga, vendrá después. Para funcionar necesita a las emociones de XC3 tanto como la historia de este último se ve beneficiada por lo que vivimos aquí. Una relación de simbiosis en la narrativa.
Future Redeemed es, a la vez, una carta de amor a la franquicia Xenoblade, una fuente inagotable de especulaciones y teorías sobre otros juegos que no pertenecen a la saga pero comparten prefijo en su título y, sobre todo, un excelente JRPG condensado y comprimido bajo el soporte de una expansión DLC. Tetsuya Takahashi lo ha vuelto a hacer. Un periplo que comenzó retocando los gráficos de Final Fantasy para la por entonces Squaresoft y que, a día de hoy y casi tres décadas después, le ha situado como una de las mentes pensantes más importantes del género. Y, juzgando todo lo que se atreve a insinuar en los momentos finales de esta aventura, un camino al que aún le quedan muchas estaciones, tan maravillosas como podamos imaginar. No tengamos miedo al futuro, despidámonos con un abrazo de la nostalgia que tan felices nos ha hecho y aguardemos con ilusión el porvenir.
Pingback: Seis años de Xenoblade Chronicles 2: la imperfección debe reivindicarse | Futoi Karasu