Cuando escucháis la palabra kawaii… ¿qué se os viene primero a la mente? Es probable que lo asociéis con tonos pastel, expresiones agradables, ojos relucientes, y, casi con total seguridad, lo asociaréis con personajes adorables, probablemente femeninas. Este adjetivo japonés se utiliza con frecuencia para hacer referencia a un objeto o una persona que a ojos del emisor es la viva imagen de la ternura. Este uso de la palabra se dio en mayor cantidad gracias a la aparición de la muñeca Rika-chan en la década de los 60—lo que en España sería equivalente a las muñecas Nancy de antaño—y se consolidaría en los años 80 con la aparición de cierta gata blanca con lacito rojo conocida como Hello Kitty. Desde ese entonces, cualquier comportamiento parecido a esos personajes sería descrito como kawaii y se convertiría hasta en cierto ideal para ser considerada femenina. Sin embargo, la feminidad va mucho más allá de ser mona, adorable e inocente. La feminidad implica diversas combinaciones: pureza y lujuria, violencia y paz, codicia y abnegación, afecto y odio……No son muchas las personas que han tratado de captar la esencia de la feminidad y lo han logrado con éxito, pero podemos contar a Junko Mizuno como una de las mangakas que han conseguido aúnar lo tierno y lo insidioso de la feminidad bajo sus distintas obras, las cuales trataremos en el artículo que os ofrecemos hoy.
Para empezar, hay que destacar que describir el arte y la trayectoria de esta mangaka bajo una única palabra es prácticamente imposible. Utilizaremos el término guro-kawaii—que se podría traducir como «grotesco-lindo»—para definirlo, ya que el atractivo de sus obras reside en su capacidad para tratar temas que a simple vista pueden parecer burdos o asquerosos bajo capas y capas de personajes bonitos, con detalles coloridos, que incluso imitan la estética del shōjo en algunas ocasiones.
El trabajo de Mizuno llegó al mercado norteamericano a principios de la década de 2000, poco después de su debut en 1998 con la novela gráfica Pure Trance. Esta obra trata la situación postapocalíptica de la humanidad tras una guerra nuclear. Las personas se han refugiado en el subsuelo para sobrevivir y han creado una pastilla denominada Pure Trance para poder nutrir a la población en sustitución de alimentos reales, puesto que hay escasez de éstos. Por desgracia, uno de los efectos secundarios que produce es la bulimia y afecta mayoritariamente a las mujeres, que pueden llegar a morir si no se les proporciona el antídoto conocido como Manzana Líquida. Este medicamento es creado en el Hospital 102, un conocido centro de rehabilitación de trastornos alimenticios. Sin embargo, las pacientes de dicho centro no siempre consiguen el elixir, puesto que es monopolizado por la Directora, la mujer que dirige el lugar y posee una gran adicción a la Manzana Líquida. La realidad es que ni si quiera la propia Directora controla su centro, y así el lector se va dando cuenta de que la sociedad postapocalíptica sigue repitiendo los patrones de la actual, pero de un modo más extremo, puesto que las mujeres son utilizadas y tiradas en cuanto cumplen su función y ni comida real se les proporciona. De esta forma, nuestra mangaka comenzaba a poner de manifiesto la gran desventaja que supone el mero hecho de existir como mujer, de la manera más estrambótica posible, siendo éste el sello personal de toda su trayectoria.

El siguiente proyecto de Junko Mizuno se centró en reescribir cuentos de hadas clásicos, lo que le permitió centrar dichas historias en torno a personajes que tradicionalmente eran retratados como pasivos o ingenuos, como puede ser en el caso La Cenicienta, Hansel y Gretel o La sirenita. Hay que destacar que el nacimiento de estas reinterpretaciones de clásicos se dio porque después del lanzamiento de Pure Trance, Mizuno fue abordada por un editor interesado en trabajar con ella debido a su estilo único. Sin embargo, a este nuevo editor no le terminaba de convencer la historia de Pure Trance, ya que mostraba una crudeza que difería bastante de los cómics convencionales de la época. Debido a esto, le pidió que revisara el cuento original de La Cenicienta para demostrar su habilidad de contar historias usando su particular estilo. Mizuno decidió aprovechar la oportunidad, aunque en retrospectiva no estaba muy cómoda con la situación por el rechazo a su narrativa. De todos modos, sí que reconoce esta etapa como enriquecedora puesto que le ayudó a acercarse al público general.
Cinderalla, la primera obra que decidió reinterpretar en base a La Cenicienta, narra la historia de una joven a la que le encanta trabajar con su padre en su restaurante de brochetas de pollo y un día se enamora de uno de sus clientes, el cantante de un grupo de zombis apodado como «El Príncipe». En lugar de que se le otorgue un hermoso atuendo para el baile, Cenicienta se convierte temporalmente en un zombi para acercarse a su interés amoroso, y de esta forma se desarrolla el dilema de nuestra protagonista que debe decidir entre seguir a su amor verdadero o renunciar al trabajo de sus sueños, representado así el mismo dilema al que muchas mujeres se deben enfrentar a la hora de elegir entre su trabajo o su familia, sin tener realmente opción a quedarse con ambos.
Los otros dos clásicos siguen el mismo modus operandi, convirtiendo así a la Sirenita en un dragón que quiere volar libre por los cielos y navegar por el mar en libertad y a Gretel en una delincuente que tiene que salvar a su comunidad de una bruja que engaña a todos para que coman tierra. Como se puede inferir de estas premisas, las protagonistas tienen sus conflictos, pero ante todo, son independientes, uno de los pilares básicos de las mujeres escritas por Junko Mizuno.

La mangaka siempre ha tenido una habilidad especial para abordar temas que preocupan las mentes de muchas adolescentes, y así aborda dichas dudas y vicisitudes en los dos volúmenes de Little Fluffy Gigolo Pelu. En esta obra se nos presenta a Pelu, un extraño alienígena del planeta Princesa Kotobuki, el cual se entera de que en realidad forma parte de los órganos sexuales de las mujeres que pueblan el planeta. Estas mujeres se reproducen con la ayuda de dos pequeñas criaturas que viven en su útero, copulan entre ellas y las dejan un huevo que será el futuro retoño, el cual cae como bebé de las piernas de las jóvenes, convirtiéndose así en madres.
Cuando el joven Pelu se entera de sus orígenes, queda devastado. Su hermana Palu acaba de tener un bebé, y él también quiere uno. Y así, haciendo uso de un espejo mágico, se posa sobre la Tierra, con la intención de encontrar una novia adecuada. Pero no todo es fácil para nuestro protagonista, puesto que su obsesión de conseguir una pareja sea como sea le lleva a bastantes situaciones de abuso, como cuando se encuentra cautivo por una familia de tres generaciones de ninfómanas y es obligado a copular varias veces al día. Pelu logra salir de su situación gracias a sus amigos, pero realmente no llega a entender lo que le ha pasado hasta que llega a su casa, donde le embarga la rabia y la frustración que siente por haber sido reducido a un mero objeto de satisfacción sexual en lugar de una potencial pareja formal. Ambos volúmenes presentan una maravillosa sensación de fluidez en la narración que se complementa con la fluidez de la sexualidad que describen las historias mismas; invitando así al lector a explorar las segundas intenciones de esos personajes que a simple vista parecen tiernos e incapaces de romper un plato.

La intensa preocupación de Pelu por tener una pareja e hijos no es una casualidad, puesto que es una retahíla compartida entre las mujeres de hoy en día, a las que por desgracia se las sigue juzgando dentro de sus propias familias si no cumplen esos supuestos hitos sociales. Pelu es el equivalente a todas esas jóvenes que están tratando desesperadamente de dar sentido al mundo adulto, pero que también sienten que no deben hacer preguntas para no ser percibidas como personas no aptas en esa misma sociedad que muchas veces intenta aprovecharse de ellas, volviéndolas así más precavidas y desconfiadas a medida que pasan los años.
Las obras de Mizuno nos plantean a través de sus personajes la siguiente pregunta: ¿existe un término conveniente para describir la turbulencia de la feminidad? Para la sociedad está claro que no. La feminidad cuenta con un doble rasero donde las mujeres están destinadas a ser agradables y atractivas y nunca, bajo ningún concepto, expresar la rabia y el deseo que se mueve a través de ellas. Hacerlo reconocería una personalidad compleja que pliega los estereotipos bajo lo genuino y que a su vez implica que el amor por lo inocente y mundano puede coexistir con el odio hacia unas expectativas que nos dictan cómo debemos ser. Entonces ¿a quién va dirigido el trabajo de Junko Mizuno? Principalmente para las mujeres, pero también se podría decir que para cualquiera que encuentre validación en la idea de que la identidad y la individualidad son complejas. Es para todas esas personas que quieran aferrarse a su inocencia a medida que crecen, no de una manera regresiva, sino de una manera que reconozca un equilibrio interno de contradicciones y permita de esta forma, ser personas en un mundo cambiante y a menudo, confuso.