En los primeros meses de pandemia —los de confinamiento, de marzo a mayo de 2020—, empecé muchos mangas de diversos géneros y multitud de autores. Desde el nekketsu más arquetípico, hasta el romance más ñoño, pasando por alguna que otra obra de thriller psicológico, decenas de historias pasaron por mis manos, la mayoría de ellas sin pena ni gloria. No obstante, hubo un manga en especial que se quedó grabado en mi mente, que leía con ahínco cada noche hasta los instantes previos al alba. Era una comedia descarnada, con unos chistes más simples que el mecanismo de un chupete, pero, al mismo tiempo, desternillantes e hilarantes. En pocas jornadas, me puse al día, y desde entonces he estado siguiendo su publicación fielmente, mes a mes. Estoy hablando de Grand Blue, mi manga de comedia en publicación favorito.

Grand Blue es un manga escrito por Kenji Inoue e ilustrado por Kimitake Yoshioka, que en 2014 empezó su publicación mensual en la revista «Good! Afternoon». La historia narra el día a día de Iori Kitahara, un joven recién ingresado a la universidad que espera vivir unos años tranquilos y productivos en casa de su tío, que se encarga de mantener una tienda de productos de buceo. No obstante, cuando se une al club de buceo que es regentado por sus primas, comenzarán una serie de desventuras en las que Iori se verá implicado hasta conocer las maravillas que esconde el mundillo del buceo.
Con esta sinopsis, lo más normal sería imaginarse una obra apacible, de géneros slice of life o spokon sin especial novedad en el frente. Nada más lejos de la realidad. Cuando Iori Kitahara se une al club de buceo, descubrirá a un grupo de personajes de lo más variopinto que le inducirán a cometer toda clase de fechorías —y a alcoholizarse: «el alcohol nunca es malo en los jóvenes», pensarán sus autores—. Y ahí es cuando surge la comedia, un festival de chistes que te harán soltar carcajadas cada capítulo. La gran pregunta es: ¿qué es lo que funciona en Grand Blue?
En primera instancia, podríamos pensar que se trata de un manga con un humor complejo, inteligente e intrincado, que siempre espera el momento justo para darle una vuelta de tuerca al chiste. Que los autores preparan a conciencia cada remate, cada golpe de efecto. Y bueno… no es exactamente así… al menos, no siempre. El humor en Grand Blue es simple. Muy simple. No por ello recurren a ideas básicas y repetitivas un capítulo tras otro, pero el arte de este manga es que, con muy poco, consigue sacarte una sonrisa e, incluso, alegrarte durante el rato de lectura. Ya con solo ver a ciertos personajes en pantalla, contemplar sus actuaciones y sus comportamientos ridículos te acabas riendo. Parece una reacción química. Pero ¿cómo consiguen esto Inoue y Yoshioka? Bueno, hay varios responsables de este éxito. Hablemos de ellos.
El principal benefactor del humor de Grand Blue no es otro que el propio Kimitake Yoshioka. O, mejor dicho, su arte. El dibujo en este manga es inmejorable. Desde un primer momento, puedes comprobar que el arte es detallado, que los diseños son sencillos, pero bien diferenciados y que los fondos son más que correctos. Ahora bien, la guinda del pastel se halla en los momentos de remate, justo donde los chistes deben impactar al espectador. Ahí el dibujo se convierte en magistral, otorgándole a sus personajes expresiones tan monstruosas como desternillantes. Sus reacciones, sus rostros marcados por la ira o el dolor más sardónico, hacen memorable cada anécdota, cada remate. Sin duda, el trabajo de Yoshioka es impecable, y eso que no ha hecho más que mejorar con los años.

Otro factor importante a la hora de analizar el humor de Grand Blue son las personalidades de sus protagonistas y sus secundarios. Todos ellos están construidos con tanta destreza como inteligencia. El carisma de cada personaje es asombroso, y sus personalidades se entrelazan de manera encomiable con cada interacción. Desde los más tranquilos y atemperados hasta los más alocados, todos los personajes de Grand Blue se acaban ganando un hueco en tu corazón y logran hacerte reír con más frecuencia de lo que hubieras imaginado en un principio. No sabes hasta qué punto los autores van a desarrollar sus chistes ni sus personajes. A veces, parece que el límite está en el cielo —como se dice coloquialmente—.
Y justo de aquí pasamos al tercer punto central que permite el funcionamiento de esta obra. Pues, para construir buen humor, a menudo hace falta una dosis adecuada de seriedad. Y eso Grand Blue lo sabe a la perfección. Los personajes tienen inquietudes y problemas, y acabamos empatizando con ellos. Deseamos que les vayan bien las cosas. Y de esa empatía surge un afecto que luego se trasladará a la comedia. La primera temporada de The Office fue bastante polémica en su día, debido a que el personaje principal no desprendía nada positivo que nos encariñara con él. Para la segunda temporada, arreglaron esto y todo el resto vino rodado. Y lo demás es historia. En cualquier caso, si quieres construir una comedia en base al carisma de unos personajes, es imprescindible que el espectador sienta cariño por ellos.
Estos tres son los ejes principales que mueven los engranajes de Grand Blue, los que permiten que su comedia funcione. También podríamos hablar de la subtrama romántica —o, más bien, el conato de subtrama, puesto que aún no se han plantado muchas semillas en este huerto—, pero más allá de las bromas recurrentes, este elemento no influye demasiado en la parte humorística de la obra.
Existen muchos tipos de comedia, desde la más inteligente hasta la más absurda. Todas pueden funcionar si se tocan las teclas necesarias, si se aplica de manera correcta. A veces pensamos que un chiste ha de ser enrevesado, complejo y original para poder funcionar, pero Grand Blue sabe que eso no es cierto. El humor simple también es válido, también es eficaz. Y sus autores saben plasmar esa sencillez a la perfección. Lo demuestran a cada capítulo con su dibujo, con el carisma de sus personajes y con el equilibrio ideal que mantienen entre drama y comedia. Inoue y Yoshioka son unos maestros del humor estúpido. Disfrutemos de todo cuanto tengan por ofrecernos, ahora y en los años venideros.