Lecciones de vida con Fruits Basket

Aviso a navegantes: este artículo contendrá spoilers tanto del manga como de la adaptación al anime de 2019 de Fruits Basket y Fruits Basket -prelude-.

El pasado jueves seis de octubre se estrenaba de la mano de Crunchyroll España la película Fruits Basket -prelude-, una precuela centrada en Kyoko y Katsuya Honda, padres de la protagonista de la serie, Tohru Honda. La córvida que os trae este artículo decidió visionar ese largometraje, terminándolo así con lágrimas en la cara y una sensación de nostalgia al recordar aquellas lecciones que Fruits Basket le enseñó en su día para aprender a volar en ese vasto cielo que llamamos mundo, por lo que hoy ha decidido compartir sus reflexiones con los lectores de Futoi Karasu.

La familia no siempre es lo primero

Fruits Basket trata la historia de la huérfana Tohru Honda, quien se encuentra bajo el amparo de la familia Sohma al ser encontrada malviviendo en una tienda de campaña dentro de su propiedad. Esta familia se ve atormentada por la maldición del Zodiaco Chino y son poseídos por los animales del Zodiaco, ya que éstos hicieron una promesa con Dios para mantenerse siempre unidos mediante vínculos que persisten generación tras generación. Las personas afectadas por esta maldición se convierten en animales si son abrazados por personas del sexo opuesto y no pueden, en la práctica, desobedecer a la figura de Dios por los lazos que les unen más allá del espacio y el tiempo. Esta forma divina se ve reencarnada en Akito Sohma, quien lidera a la familia y utiliza el poder de los vínculos para conseguir así un supuesto amor incondicional por parte del resto de poseídos, aunque muchas veces éstos se vean obligados a quedarse a su lado en contra de su voluntad.

Siempre se ha dicho que la sangre pesa más que el agua para decir que la familia debe ser la prioridad número uno en nuestras vidas. ¿Pero qué pasa si para esa familia nosotros no somos una prioridad? ¿Qué pasa si únicamente somos herramientas para ellos? Es en ese tipo de casos es cuando podemos llegar a pasar por alto verdaderos casos de abuso tanto físico como mental, pensando que quien bien te quiere, te hará llorar.  En esta tóxica lógica se encierra el modus operandi de Akito Sohma, lo cual causa un profundo dolor al resto de la familia. No pueden iniciar relaciones románticas sin su permiso y casi no pueden interactuar con la gente ajena a la familia para no ser descubiertos. Además, debido a la naturaleza de la maldición, muchas veces los propios padres de los malditos rechazan a sus hijos ya que ni siquiera pueden abrazarlos sin que se convierten en su espíritu animal correspondiente, olvidando así su parte humana y los sentimientos que les generan ese tipo de reacciones. Al final, esto acaba por provocar en los afectados por la maldición sentimientos de angustia y un gran miedo al abandono que se transforman en problemas de salud mental tales como ansiedad, depresión o trastorno por estrés postraumático. Algunas personas podrían decir que se están exagerando este tipo de consecuencias; pero la realidad es que en nuestra cultura está implícito el perdón y el “pasar por alto” dentro del concepto de familia y así se permite cualquier trato, sin ningún tipo de requisito.

Akito Sohma en el centro de los vínculos que encierran a la familia / © TMS Entertainment

El amor es condicional

En Fruits Basket, lo importante no es la maldición en sí, ya que ésta muchas veces se deja en segundo plano para enfocarse en los personajes y en cómo estos se enfrentan a las secuelas de los abusos de Akito y de sus propios progenitores. En este proceso de recuperación hay un catalizador común que ayuda a los personajes a dar los primeros pasos en pos del cambio y es la protagonista de la historia: Tohru Honda. Esta adolescente que habla de forma excesivamente educada y que prioriza a los demás sobre sí misma consigue transmitir a los miembros de esta familia una calidez que hasta entonces les había sido negada. No le importa su maldición y ya sea en su forma animal o humana, les acepta tal y como son, y es amable con ellos porque ellos también son amables con ella. Queda así manifestado que los cuidados pueden ser una condición fundamental para amar los demás, al contrario de los que nos quiere hacer pensar el paradigma imperante del amor incondicional e infinito que se suele buscar únicamente a través del amor romántico en nuestra sociedad.

A mayores, Fruits Basket cuestiona una gran tónica que se da en un sinfín de libros de autoayuda y es que el amor hacia uno mismo se da cuando los demás también te quieren.  No es cuestión de voluntad, porque una persona con baja autoestima sólo va a ser capaz de ver sus defectos, es a lo que se ha acostumbrado y no es algo que se pueda cambiar de un día para otro. Yuki Sohma es quien nos aporta esta reflexión. Él encarna a la Rata del Zodiaco Chino, a quien se tiene en alta estima por ser uno de los animales más leales a Dios y por ese mismo hecho, es uno de los favoritos de Akito.

Pasado un tiempo, Akito utiliza a Yuki como vía de escape a su realidad y le empieza a acosar, dejándole caer que, sin su existencia, él no sería nada y no tendría ninguna razón para existir. Cuando intenta pedir ayuda es ignorado por su familia ya que les interesa más el estatus que les proporciona indirectamente Yuki que su bienestar. Hay que sumar el hecho de que Yuki es envidiado por otros miembros del Zodiaco, como Kyō Sohma, quien representa al Gato y siempre es aislado de los eventos familiares ya que se dice que en el pasado el Gato fue engañado por la Rata para no acudir a uno de los banquetes de Dios, lo cual se consideró como una grave ofensa. Por tanto, en Yuki Sohma se puede apreciar una persona que parece perfecta pero que en realidad es despreciada por aquellos que se supone que le deben querer. Hasta que Tohru Honda llega a su vida y le demuestra mediante sonrisas y buenas palabras que él también es capaz de amar y ser amado.

Cuando alguien te acepta por primera vez es entonces cuando empiezas a quererte a ti mismo  / © Yen Press

La amabilidad salva vidas

Llegados a este punto, os estaréis preguntando si Tohru Honda es la psicóloga personal de los Sohma. De hecho, no han sido pocas las veces que esta adorable protagonista ha sido vilipendiada por su abnegada actitud, tanto por parte de Akito como de espectadores de carne y hueso que no podían creerse que algo tan simple como escuchar y apoyar a los demás realmente fuera algo tan potente como para ser capaz de romper una maldición. De lo buena que es, es tonta —afirmación que la propia serie nos quiere hacer creer a propósito— para ello se vale de la historia de “la viajera más tonta del mundo”, quien ayuda a todo aquel que se lo pide sin pedir nada a cambio. Esta viajera termina regalando a sus ojos a un monstruo, que le da a cambio un papel donde pone “idiota”. Aún así, la viajera se lo agradece porque es el primer regalo que le hacen y eso le hace muy feliz.

Esta historia es relatada por Momiji Sohma —el Conejo del Zodiaco— para defender las acciones de Tohru ante Yuki y  Kyō puesto que no entienden por qué se ha gastado su dinero en chocolates para ellos en el día de San Valentín. Para Momiji, la respuesta está clara y es que lo que para unos es un despilfarro de dinero para otros es algo más importante, es una forma de mostrar afecto. Esa es una de las maneras que tiene Tohru de remarcar la importancia de los demás en su vida y de esa forma fortalecer sus lazos, en contraposición a la pleitesía que deben rendir los miembros del Zodiaco ante Akito por los vínculos forzados que poseen.

La metáfora de la viajera representa a Tohru Honda / © TMS Entertainment

Somos lo que aprendemos

Ser amable no es una pérdida de tiempo, pero no tiene por qué ser algo innato. Al final, toda conducta, ya sea positiva o negativa, puede ser aprendida. Es por esa razón que mientras los miembros de la familia Sohma toman de ejemplo a Tohru y empiezan a comunicar sus verdaderos deseos de forma honesta, Tohru, por otro lado, aprende también a ser más asertiva gracias a Kyō Sohma, quien se niega a que nuestra protagonista se enfrente a un final parecido al de la viajera.

Este adolescente vive con la espada de Damocles sobre su cabeza, ya que, como castigo por desobedecer a Dios, el Gato cuenta con una verdadera forma que se asemeja a la de un monstruo. Es por eso que las personas poseídas con dicho espíritu han de vivir encerrados por seguridad cuando cumplen la mayoría de edad. Ante una situación tan injusta donde todo el mundo está en su contra, Kyō suele tener arranques de ira y es bastante huidizo. Hay que destacar que eso no le impide ser amigable con los demás y es capaz de ser perceptivo ante los pequeños cambios, en especial los de Tohru, quien se convierte en una de las personas más importantes en su vida. Si bien Kyō aprecia los gestos de Tohru, es él quien le ofrece espacios para desahogarse cuando la incertidumbre hace mella en ella. De esta forma, observamos que Kyō cada vez es capaz de ser más paciente y Tohru puede empezar a expresar sentimientos distintos a su habitual alegría.

Tohru Honda tiene sus mental breakdowns como todo el mundo / © TMS Entertainment

Nosotros elegimos nuestra propia razón para existir

No debemos olvidar que Tohru está ligada también a su propio proceso de recuperación ante los obstáculos que le ha puesto la vida por delante. Y es algo que en Fruits Basket no se deja de remarcar. Su forma de hablar tan educada es la manera que tenía para mantener viva la memoria de su padre y así conseguir que su madre le hiciera caso, ya que como se puede apreciar tanto en Fruits Basket como en  Fruits Basket -prelude-, Kyoko había perdido la motivación para seguir adelante tras el fallecimiento de su esposo y casi termina con su vida por ello. Su madre recuerda que aunque el mundo siga girando, hay alguien que aún la necesita y ésa es Tohru.

Desde entonces, ambas viven tranquilamente hasta que la desgracia se vuelve a cebar con ellas y Kyoko muere en un accidente de tráfico. A partir de ese momento, Tohru debe sacarse las castañas del fuego mientras vive el duelo por la muerte de su madre. Sin embargo, en vez de pedir ayuda a su abuelo o a sus amigas, decide vivir por su cuenta en una tienda de campaña, para no ser una carga. A lo largo de la historia, Tohru debe aprender a dejarse querer para enfrentarse a uno de sus mayores miedos, que es ser dejada de lado por aquellos a los que más aprecia. Y llega a una conclusión: que aunque vengamos al mundo sin una razón clara para existir, para ella su motivación será estar al lado de aquellos a los que ama, en especial Kyō. Si para ello debe inmiscuirse en asuntos de la familia Sohma, lo hará aunque no pertenezca a ésta, demostrando así que ser amable implica ser valiente, porque para defender aquello que queremos, no debemos tener miedo a la hora de admitir que efectivamente algo o alguien nos importa y que haremos lo que sea necesario para protegerlo.

La valiente Tohru negándose a estar al margen de la situación familiar / © TMS Entertainment

Para concluir este artículo, me gustaría añadir unas palabras sobre lo que me aportó personalmente esta obra pese a que este no sea un artículo de opinión, pues creo que la ocasión lo merece. No siempre he sido consciente de muchas dinámicas en mi vida que eran bastantes tóxicas y que repetía de forma mecánica, sin cuestionarme nada. Sentía que me debía comportar de una forma determinada porque así era como se suponía que debía ser. Pero el hecho de ver retratados y cuestionados los comportamientos que tanto repetía en Fruits Basket me incitó a intentar cambiarlos. Con todo esto, tampoco quiero decir que tras esta obra soy un ser que se conoce mejor y sabe bien lo que quiere o siente. No he llegado al Nirvana tras experimentar Fruits Basket, aunque pueda dar esa impresión.  Al contrario. Simplemente soy una persona que a veces acierta y otras se equivoca, que es capaz de hacer cosas maravillosas y cosas horribles y, como me enseñó esta maravillosa obra en su día, soy una persona que está en constante cambio. Los días y las noches pasarán y lo que antes se daba por sentado, ahora será puesto en duda. Estas son las lecciones que Fruits Basket me ha proporcionado, pero puede ser distinto para cada uno y por eso me pregunto también… para vosotros queridos lectores, ¿cuáles serán esas reflexiones? 

Un comentario en “Lecciones de vida con Fruits Basket

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