Es sabiduría popular que los videojuegos que proponen una mecánica principal basada en el contrarreloj no suelen generar la impresión de que sea su mejor baza. Y es normal que completar algo en un tiempo límite impuesto pueda ser motivo de nervios. Y si ya lo puede ser en desafíos aislados dentro del juego en sí, como en Crash Bandicoot 3 y sus reliquias coleccionables, imaginad esa sensación reforzada cuando se trata de los puntos principales en el juego en cuestión. Tomad como exponente de esto Zelda Majora’s Mask. ¿Quién no ha tenido ese amigo o ha sido esa persona que se ha sentido presionado ante el imparable avance del contador de días, limitando sus acciones o apresurando sus movimientos? Son varios los juegos que generan esta sensación. Pero hay uno que, a pesar de compartir esta mecánica, no termina causando tanta presión e incluso invita a no apresurar la aventura. Y este se trata del peculiar juego del año 2001 Pikmin, para Gamecube. Vamos a analizar su mecánica contrarreloj, como se puede combatir la angustia que pueda generar y qué elementos contribuyen a la idea de que Pikmin sea uno de los juegos más bonitos que podamos encontrar en el catálogo de Nintendo.
La historia de Pikmin nos sitúa en un planeta desconocido en el que nuestro protagonista, el Capitán Olimar, acaba accidentado tras una colisión con un asteroide. Durante la caída, varias piezas de su nave caerán de ésta, terminando esparcidas por varias zonas de este planeta. Recogerlas será nuestro objetivo en el juego. Para hacerlo, usaremos la ayuda de una simpática raza de plantitas humanoides llamadas Pikmin. Nacen de semillas, hay diferentes especies caracterizadas por su color que les permite tener ciertas facultades únicas y son criaturillas adorables. Olimar podrá controlar a los Pikmin como si de un escuadrón se tratase para vencer depredadores, sortear obstáculos y cargar las piezas perdidas de vuelta a la nave. Todo hasta ahora parece sencillo, pero hay un elemento que Olimar resalta en su bitácora tras el impacto: el aire de esta planeta contiene oxígeno, letal para su especie, y sus reservas solo le permitirán respirar 30 días más. Y aquí está la mecánica contrarreloj: en un margen de 30 días en el juego tendremos que encontrar las 30 piezas de la nave o los días de Olimar como capitán espacial habrán llegado a su fin.
Entremos entonces en materia respecto al el sistema de días. Los tres juegos principales de la saga lo tiene pero solo en Pikmin 1 tienes un número de días límite. En Pikmin 2 no un hay límite máximo para cumplir tus objetivos y en Pikmin 3 utilizas tus recursos alimenticios como contador, aunque esa es otra historia, más deliciosa, para otro día. Ahora te estarás preguntando: ¿pero un día en Pikmin cuánto tiempo me da a mi como jugador de este videojuego? Pues es curioso: depende de la versión que juegues. En la versión Europea, un día en Pikmin equivale a 16 minutos y 12 segundos de juego. En las versiones americanas y japonesas, ese tiempo está reducido a 13 minutos y medio. Dentro de estos tiempos, el juego te avisaba de que era el mediodía a la mitad de cada segmento. Cuando se acerca la noche, cuando falta poco menos de minuto y medio para que llegue, el juego nos avisará igualmente de que el sol se está poniendo y de que terminemos lo que estemos haciendo para dar por finalizado el día.

¿Nerviosos? Tenéis 30 fragmentos de 16 minutos para recorrer las cinco zonas que ofrece el juego para encontrar las 30 piezas de la nave. Cinco zonas con obstáculos y enemigos feroces que no dudarán en intentar comeros. Puede parecer complicado y, sobre todo, agobiante. Pero no temáis; muchos elementos del juego os harán olvidar el ineludible paso del tiempo.
Lo principal que debéis tener en cuenta es que Pikmin es un videojuego basado en la exploración, la gestión de recursos y estrategia. Es decir, tú eres quien decide qué hacer durante el día. ¿Quieres dedicar un día a la exploración únicamente? Puedes, ya que luego te resultará más fácil conseguir las piezas. ¿Una de esas piezas está custodiada por una criatura muy agresiva? Dedica el resto del día a mejorar tus recursos o a encontrar otras partes y vuelve al día siguiente más preparado para el desafío. El único factor limitante que tienes de entrada es el propio sistema de días; el resto es libre de acuerdo con lo que puedas hacer como Olimar.
¿Y no estoy limitado a encontrar una pieza por día? Por supuesto que no. De las cinco zonas explorables en Pikmin, es en tres de ellas en las que mayor número de piezas encontrarás esparcidas. Y, en sí, la distribución de las áreas es lógica y no te vas a encontrar las piezas muy desperdigadas entre ellas o que la mayoría de estas sean difíciles de obtener. Habrá piezas que cueste más que otras obtener, pero eso es parte del desafío. Y aún no hemos dicho lo más importante: no necesitas las 30 piezas para completar el juego. Con haber conseguido las 25 partes imprescindibles, la nave podrá funcionar sin problemas.

Como veis, la gestión de recursos es bastante accesible para el jugador y cuánto mas experimenta en este mundo, más hábil puede verse respecto a su entorno. Pero hay otro elemento que ayuda muchísimo a la hora de que este juego sea relajante a pesar de la mecánica contrarreloj. No es algo que esté directamente en el gameplay, ni en la gestión de recursos ni en la estrategia; se trata del apartado visual y sonoro que Pikmin te ofrece.
Las zonas de Pikmin son parajes vírgenes llenas de fauna y flora. Son pequeños lagos, bosques, terrenitos montañosos y prados. Son pequeños senderos verdosos en los que uno, si simplemente tiene que caminar o transportar una pieza, puede verse relajado por lo que le rodea. Es verdad que tampoco es que sea uno de los parajes más hermosos de los videojuegos, pero cumple su labor: quitar tensión al ambiente admirando la belleza de la naturaleza que rodea a Olimar y a los Pikmin.
Y la música acompaña a ello en gran medida. Tomad por ejemplo El bosque de la esperanza, la segunda área del juego. Este título no quiere apresurarte, ni siquiera cuando se acerca el anochecer. Quiere que te tomes tu tiempo, respires, veas lo que tienes a mano y planifiques tu huida de este planeta. Pero no puedes huir de aquí si estás nervioso y asustado.
Sentir la presión del tiempo encima es de las peores sensaciones que se pueden sentir. Nos pasa en nuestro día a día, ¿por qué tiene que pasarnos también en nuestros videojuegos? Una respuesta lógica para esta pregunta sería: para buscar un desafío. Pero, a veces, un desafío puede tener también momentos de calma, cosa que Pikmin logra. Encariñarte con sus Pikmin, recorrer estas zonas con ellos mientras te ayudan a reparar tu nave es un paseo. Un paseo accidentado, pero un paseo al final del día. Y además el propio título te invita a reflexionar a la hora de como quieres afrontar tus retos. Pikmin nos pone ante una situación de vida o muerte para nuestro personaje con ayuda externa, entornos relajantes y mostrando al jugador que hay más de una forma para hacer las cosas. Es la clave para crear un desafío contrarreloj con un toque personal. Así que respira, cuenta hasta diaz, dale un abrazo a todos tus pikmin uno por uno y a explorar. Hay prisa pero puede haber pausa.
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