Creo que la especulación —la intelectual, no la económica— es una de las actividades más divertidas que tenemos a nuestra disposición. Ver un nuevo tráiler publicitario de un juego y flipárnoslo es una de las cosas más bonitas de la industria del videojoc. Esa sensación de ilusión casi infantil, de maravilla y expectación cuando vemos un pequeño adelanto de una nueva entrega de nuestras sagas favoritas.
Existirá algún cínico que —con toda la razón del mundo— opine tras leer esta entradilla que todo este aparato del hype al final no es más que una herramienta más de márketing. Pero aun dentro del rabioso capitalismo creo que es sana y muy agradecida la sensación de magia y de ilusión que aporta la espera desde la llegada del primer vídeo promocional hasta que el juego llega a tiendas. Porque de ilusiones vive el hombre, y porque a veces está bonito soñar con que el Pato Donald vuelva a tirar otro Zettafulgor en Kingdom Hearts 4.

El problema de toda esta maquinaria del hype en la que vivimos envueltos, y de la sociedad de consumo rápido que tenemos disponible hoy en día, es que esa magia infantil muchas veces se difumina hasta perderse. La expectación es un arma de doble filo y, al igual que nos hace soñar con las posibilidades, también nos hace arder en deseos de saber todos los detalles cuanto antes. El ansia es muy difícil de dominar.
Por eso no es de extrañar que, cada vez que se anuncia un juego de Pokémon, se abra la veda y comience la estación del leak extremo. Es el caso de Escarlata y Púrpura, con filtraciones que se están dando prácticamente cada día, hasta el punto en que, en caso de ser reales, ya circularía por internet más de la mitad de las nuevas criaturas y casi todas las nuevas mecánicas de un título que se pondrá a la venta en cuatro meses. Las filtraciones dejan bastante poquito a la imaginación. Y si las sumamos al márketing agresivo que hacen algunas compañías llegamos a puntos absurdos; antes de jugar a Super Mario 3D World ya había visto prácticamente todas las fases del juego vía tráiler o vía filtraciones en mi feed de Twitter.
Al final uno se destripará el juego a conveniencia de sus ansias por jugarlo. Yo, por ejemplo, no quise saber nada sobre Three Houses a pesar de que las filtraciones eran del nivel de las de Escarlata y Púrpura; con el juego entero prácticamente filtrado a una semana de que se pusiese a la venta en tiendas. Pero el caso es que la información está ahí y es increíblemente tentadora, porque se alimenta de la expectación y la impaciencia.

Últimamente no se salvan ni los eventos. Este último no-E3 fue filtrado casi por completo por The Snitch, y momentazos que podrían habernos hecho saltar de la silla como el anuncio de la llegada de Persona a Xbox y Switch al final han quedado relegados a que nos enteremos de su existencia mediante un twit sin ceremonia ni fantasía alguna. Momentos como el primer anuncio de Final Fantasy VII Remake o la llegada de Ryu de Street Fighter a Smash Bros. no habrían tenido el mismo impacto si no los hubiésemos vivido en el momento indicado y con un vídeo de presentación bien guapo.
Esa fantasía es la que nos quitan las filtraciones, esa es la magia de la que hablaba antes. Y aunque mucha de la culpa de estas filtraciones es de las propias empresas —a veces, incluso, siendo ellos mismos los filtradores—, somos los consumidores los que las buscamos y les hacemos eco. Somos unos ansias —incluido el que escribe estos párrafos— y aunque los rumores pueden servir para alimentar un poco esa magia y esas ganas de ver algo nuevo de nuestras sagas favoritas, que no se nos olvide que el final de Death Stranding estaba disponible una semana antes de que se pusiese a la venta el juego y la gran mayoría del argumento de The Last of Us 2 circulaba por Twitter y páginas como 4chan como la pólvora.
Que cada uno consuma su ansia como mejor le convenga, pero no olvidemos el daño que hacen estas filtraciones ya no a las empresas, sino a los propios trabajadores; la ilusión de un artista gráfico por un título en el que ha trabajado miles de horas se pierde cuando el juego se ve por primera vez en una imagen borrosa sacada a prisas con una cámara de móvil. Quizá habría sido más bonito ver ese juego en un trailer un par de meses después.