Vaya calor, ¿eh? Esto no tiene absolutamente nada que ver con el tema del texto, pero me estoy asando como un pollo y necesito un sentimiento común para poder conectar con nuestros lectores. Llegó el verano y, en el caso de que seas un estudiante, estarás viviendo los mejores meses del año. Quien pone estas líneas sobre la mesa ya se ha escuchado cientos de veces el último álbum de Bad Bunny y entre festivales, playa y horas en la oficina, hay un sentimiento que se prolonga más allá de los meses más pegajosos de la temporada: ¿Y nuestro tiempo, qué?
Mirad, este articulo no va de que un señor con más años que un bosque te diga que aproveches tu juventud. Tu tiempo es tuyo y puedes aprovecharlo como quieras. Disociar y simplemente existir es algo tan válido como tragarte cien juegos sin pausa este verano. Lo importante es hacer cosas satisfactorias para ti en tu tiempo de ocio. Y si eso es simplemente morir en el sofá, ¿quién soy yo para juzgarte?
Hace unos años tenía una norma con el anime: esto es un compromiso, y si lo empiezas lo acabas. Si pones los números sobre la mesa, no parece una cosa tan loca, ya que en la mayoría de los casos los animes de temporada son unos 12 capítulos de 20 minutos cada uno, si no tienes en cuenta openings y endings. ¿Cuatro horas de animación? Bueno, aunque sea un poco chapa son solo cuatro horas, ¿qué más da?

Por otro lado, están los videojuegos. Aquí el compromiso era aún mayor. Aquí no era algo que me hubiese bajado por un torrent —lo siento, tiempos oscuros, gracias Crunchyroll, Netflix y derivados por darnos opciones legales en el año 2022, mi antivirus está muy agradecido—. Se trataba de un juego que había comprado con mis ahorros de estudiante pobre, apartando monedillas del bus y volviendo a casa de noche andando una hora por ahorrarme el taxi. Podrán ser muchas horas, pero si lo he comprado debo terminarlo… ¡Aunque sea aburridísimo!
Pero es que ahí quien habla no soy yo, sino mi persona de hace 10 años. Ahora tengo muchísima más media a mi disposición, muchísimas cosas interesantes por hacer, y más tiempo a invertir en volver a escucharme Un Verano Sin Ti de Bad Bunny. Además, gracias a esas agonizantes horas en la oficina ahora tengo mi sueldo de adulto, que puedo invertir en mis juguetes de adulto.
El mundo está en mis manos, pero mi tiempo en este mundo es finito, así que cada vez lo tengo más y más claro: Si hay que dejar a medias una serie o un juego, se hace sin problema. No necesitas una excusa, si no te apetece, no te motiva o simplemente no es lo que buscabas, a tomar por saco. Y me da exactamente igual cuanto dinero haya pagado, ya amortizaré mi suscripción viendo otra cosa o ya pondré el jueguito en Wallapop, no pasa absolutamente nada.
Y ya de paso, me gustaría comentar que no siempre te tiene porque apetecer ver o jugar a cosas que estén consensuadas como buenas. Nuestro director se lee todos los mangas pochísimos de romance que existen para que no lo hagamos nosotros y ni tan mal. El asunto no es ir saltando de obra maestra en obra maestra, para convertirte en un connoisseur de las monas chinas, sino escuchar a tu cuerpo y darle las obras que necesite en cada momento, no saturarlo con arte elevado.
Además, ni caso a los que usen arte elevado no irónicamente. Seguro que son unos pringaos que no se han escuchado el último disco de Bad Bunny.