No hay nada como pasar una plácida tarde tirado en el sofá y ponerse a comentar en Twitter el último episodio de ese anime que habíamos estado esperando tanto. Puede que tengamos alguna opinión controvertida como, por ejemplo, pensar que un personaje popular haya sido creado únicamente por fanservice o que hay alguna escena que no ha sido bien adaptada del manga. Sea cual sea nuestro punto de vista, puede que nos acabemos encontrando con personas que no compartan dicha opinión y, bajo la seguridad que aporta la máscara del anonimato en Internet, empiecen a atacarnos de manera visceral para que nos acabemos retractando. Existen mil y una formas de hacer que alguien se sienta mal, y una de las más recurrentes suele ser el argumento de la edad. Éste suele ser utilizado para invalidar las impresiones de los fans, ya sea por su juventud o por su madurez. Este tipo de comentarios acaban incurriendo, en la mayoría de los casos, en discriminación por edad o ageism.
El fenómeno del ageism puede afectarnos en cualquier momento de nuestra vida. Desde el niño al que niegan el último juego de Kirby porque “no, que ese es para niños más pequeños” hasta la cuenta de un menor en Twitter que te llega a soltar un comentario en tu fanfic del estilo: “tienes veinticinco años… ¿no deberías estar trabajando?”, como si encontrarse en la veintena supusiera automáticamente un borrado de nuestras aficiones. Ser fan de cualquier tipo de entretenimiento no debería ser motivo de vergüenza, y, sin embargo, este continuo escarnio supone para muchas personas el motivo de llevar sus gustos en secreto. Hay que hacer cualquier cosa con tal de evitar escuchar singulares coletillas, desde la típica “¿cómo te van a gustar esos dibujitos para niños?” hasta la manida “¿no eres un poco mayor para estar todo el día detrás de la maquinita?”

Entonces, ¿por qué esta obsesiva manía de dictar lo que puede divertir a un individuo en función de la edad? Vivimos en la era de la información y los medios de entretenimiento están cambiando a una velocidad vertiginosa pero nuestros esquemas sociales, en comparación, están evolucionando a paso de tortuga. Se nos ha inculcado una serie de creencias sobre lo que debemos conseguir en determinados puntos de nuestra vida y, si por algún casual no cumplimos dichas expectativas, deberemos hacer frente a los posibles comentarios despectivos que la sociedad tiene preparados para nosotros. Además, dichos comentarios pueden verse visiblemente doblados cuando dedicamos nuestro tiempo a aficiones cuyo público objetivo son los jóvenes. ¿Ahora determinadas series, videojuegos y libros se disfrutan menos si tienes treinta años, por ejemplo? ¿Es que existe una edad “límite” para cada forma de entretenimiento?

Las personas cambiamos con el paso del tiempo, eso es un hecho, y no hay nada de malo en ello, por mucho que nos intenten meter en la cabeza que, a más años vividos, menos vamos a disfrutar de la vida. Te puede seguir gustando la saga Ace Attorney aunque ahora seas un abogado de verdad y obviamente no te encuentres casos así en la vida real. Puedes regocijarte dibujando a tu ship favorito de Haikyū!! mientras te preparas para la selectividad. Y no hay nadie, ya sea tu familia, tus amigos o cualquier desconocido de la red, que tenga la potestad para subestimar dichos sentimientos.
Por esa razón, pienso que es importante que cada uno ponga sus propios límites a la hora de interaccionar con otros, tanto en la vida real como la virtual. No todo vale, y eso se aplica a cualquier edad. Si hay que bloquear a alguien que se ha pasado de la raya, se hace. Si hay que usar trigger warnings ante cierto contenido sensible dentro de nuestros propios fanfics o fanarts, se utilizan. La responsabilidad y el entretenimiento pueden ir de la mano para convertir —o al menos intentar convertir— los fandoms en espacios más seguros para todos.
Al final lo que quiero transmitir con este artículo es que un número no puede determinar nuestros gustos. A lo largo de nuestra vida, puede que probemos nuevos hobbies, que dejemos otros definitivamente, o que retomemos aquellos que nos gustaron cuando éramos más pequeños. Cada persona tiene su propia forma de entretenerse y mientras dicha afición le haga feliz… ¿importará realmente la edad?
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