Animal Crossing me salvó de los gacha

Antes de nada, me gustaría empezar especificando el motivo por el que me metí en los juegos gacha en primer lugar: no tenía dinero. Es así. Es muy fácil caer en los juegos gacha porque son, en apariencia, free to play y, si no tienes mucho para gastar en otros juegos, son un recurso accesible. Y pueden convertirse en un auténtico infierno.

Yo empecé a jugar a juegos gacha en 2015 y he estado jugando hasta 2020. En esa época, no tenía dinero ni apenas plataformas para jugar: solo contaba con 3DS, PS Vita y un portátil que no es que tirara demasiados juegos. Solo podía permitirme unos cuantos títulos al año, y eso seleccionando y priorizando mucho.

Y, claro, en la Play Store hay muchos juegos gratis. «Gratis», mejor dicho. Empecé a bajarme juegos como Love Live: School Idol Festival y más adelante, conforme pasaban los años y este tipo de juego se volvía más popular en occidente, cosas como Fate Grand OrderGranblue FantasyFire Emblem Heroes y un largo etcétera. En serio, he perdido la cuenta de los juegos gacha a los que he jugado en estos años porque han sido muchísimos. A algunos solo he jugado por un breve espacio de tiempo, a otros les he dedicado años enteros. Puede decirse que conozco muy bien cómo funcionan los gacha y sus mecánicas predatorias y por eso me parece increíble que haya gente que los defienda conscientemente sabiendo lo que son y lo que provocan.

Porque sí, ahora es cuando os digo que jugar a gacha me provocó bastantes problemas en cuanto a salud mental se refiere. Y eso sin gastar ni un euro en ellos (me propuse que jamás gastaría dinero en un juego gacha y lo cumplí a rajatabla, las cosas como son).

Fate Grand Order © Delightworks – Aniplex

En la época en que estuve muy enganchada a los gacha, dormía muy mal, priorizaba poder gastar la estamina para no «perder tiempo», aunque quisiera hacer otras cosas, como ver series o jugar a otro tipo de juegos, los gacha siempre estaban ahí pidiéndome que jugara para poder conseguir materiales, personajes de evento, gemas o lo que fuese. Estaba estresada, me gusta jugar el tiempo que quiero y, si me canso o prefiero hacer otra cosa, dejarlo en cualquier momento sabiendo que voy a poder retomar la partida y que no estoy «obligada» a seguir jugando porque las mecánicas me incitan a hacerlo. ¿Realmente me compensaba estar así? Está claro que no, pero es muy difícil dejarlo. Quieres ese personaje que es muy bueno, quieres esos materiales para poder mejorar a tus personajes, quieres ser mejor y progresar. Y, por supuesto, jugando gratis, todo esto es mucho más difícil que pagando. Porque pagar facilita las cosas, pero pagar en la mayoría de los casos tampoco te garantiza absolutamente nada. Por eso la gente se deja miles y miles de euros en estos juegos y la maquinaria sigue girando, por eso las empresas siguen usando este tipo de mecánicas que generan adicción y ludopatía y afectan seriamente a la salud mental y financiera de tantos usuarios.

Porque no soy la única que ha sido absorbida por los gacha. Conozco a gente que se ha dejado mucho dinero en este tipo de juegos, casos concretos que no voy a citar por respeto a su privacidad y casos anónimos también en redes sociales e Internet en general. Y la culpa, por supuesto, nunca es del jugador. Insisto, estas mecánicas están creadas a propósito para obligarte a jugar. Para obligarte a gastar dinero. Y para minarte poco a poco y mantenerte jugando pese a todo.

Fire Emblem Heroes © Nintendo – Intelligent Systems

Yo lo he pasado francamente mal por culpa de los gacha. Os voy a poner un ejemplo concreto, pero antes quiero explicar una cosa. Siempre he sido una persona que se ha encariñado muy fácilmente de personajes de ficción. Admiro cómo están escritos, me gusta buscar contenido sobre los personajes que me gustan, comprar merchandising, etcétera. Pero también me hace muy feliz pensar en los personajes que me gustan. No sé si me explico, pero es una afección que va más allá del simple «me gusta este personaje», por supuesto, siempre distinguiendo realidad de ficción.

Bueno, pues el caso es que soy muy fan de Chrom de Fire Emblem. Me encantó el personaje cuando jugué a Awakening, y luego sacaron Heroes, el gacha para móviles, y en Navidad el primer año del juego sacaron a Chrom navideño vestido de Papá Noel, lo típico en los eventos y banners estacionales de este tipo de juegos. Como es lógico, tiré todos los orbes que tenía para sacarlo… y no me salió. Me pasé días farmeando orbes en el juego y los tiré todos y no me salió. Me sentí muy, muy mal. Empleé muchas horas de mi tiempo farmeando y jugando para sacar orbes para conseguir a un personaje que me gusta muchísimo y no me salió. Porque los gacha raras veces garantizan nada, te crean una necesidad que no existe porque al final solo es un conjunto de píxeles en un juego, es más rentable gastarte dinero en merchandising y figuras de ese personaje y te garantizas tener esas cosas en físico. Pero eso lo pienso ahora, en frío, y tras haber salido del infierno gacha. ¿Cómo no iba a tener a mi personaje favorito? Me sentía dolida, y más aún tras haber gastado mucho tiempo y no haber conseguido absolutamente nada. Es gracioso, porque ese mismo Chrom me salió meses después cuando volvieron a poner ese banner. Entonces empecé a plantearme cosas muy poco a poco, pero seguí jugando a gacha.

Quiero ser muy clara: jugar a este tipo de juegos me impedía disfrutar de otras cosas, hasta tal punto que salía a comer o cenar fuera, o al cine, o a cualquier sitio, y estaba pendiente del móvil y de la estamina. Es horrible y no se lo deseo a nadie. Y esto no me pasa con ningún otro tipo de juego; juego para desconectar, para divertirme, entretenerme y disfrutar. A veces me frustro porque no puedo cargarme a un jefe o avanzar, pero subo de nivel, mejoro mis personajes y mi equipo o lo afronto con otra perspectiva o usando otra estrategia y soy capaz de seguir adelante. Es una frustración temporal que puedo superar. Y si un juego me frustra hasta tal punto que me es molesto seguir jugando, simplemente lo dejo y a otra cosa. ¡Será por juegos! Con los gacha esto es más difícil porque, como digo, generan adicción. Hasta priorizar jugar por encima de una necesidad tan básica y necesaria como es dormir. E insisto: esto nunca me ha pasado con ningún otro tipo de videojuego, por mucho que me haya enganchado.

Cuando empecé a trabajar, lógicamente, comencé también a tener más dinero para gastar en mis hobbies, entre ellos los videojuegos, y hasta pude permitirme comprarme una Switch y a finales de 2020 un PC a base de ahorrar.

Con la Switch, que tengo desde 2018, empecé también a poder permitirme gastar más dinero en videojuegos de forma más regular. Poco a poco empecé a dejar los gacha de lado; ahora tenía muchos otros juegos que requerían mi tiempo y que me ofrecían una experiencia mucho más satisfactoria. Bueno, o eso creía yo que pasaría. La realidad es que los gacha seguían teniéndome secuestrada, seguían quitándome tiempo para hacer otras cosas. Me sentía agobiada porque veía que no me daba tiempo a hacer cosas que me gustan (y teniendo que trabajar, todavía menos, claro). Y vosotros me diréis: «Bueno, pues haberlo dejado». No es tan fácil. Es como decirle a una persona que fuma que simplemente lo deje.

Poco a poco, desde 2018, empecé a jugar menos a gacha, pero seguía jugando (a pesar de querer dejarlos) y volviendo una y otra y otra y otra vez. Hasta que llegó el juego.

Ahora nos vamos a marzo de 2020. Además de empezar la pandemia de COVID-19 y el consiguiente confinamiento que todos recordamos (con el aún mayor desgaste para la salud mental que comportaron ambas cosas), salió a la venta Animal Crossing New Horizons, un juego que para muchísima gente fue una auténtica salvación en plena pandemia, pero que para mí significó mucho más. Porque Animal Crossing New Horizons me salvó de los gacha. Para siempre.

La última entrega de la saga Animal Crossing © Nintendo

Ni siquiera era mi primer Animal Crossing, pero supongo que llegó en una época en que yo lo necesitaba. Empecé a planificar mi isla, a buscar muebles, a conseguir vecinos. El juego me tenía atrapada, pero de forma distinta a como lo hacen los gacha. Porque ahí, en mi isla, en Dressrosa, en mi mundo, me sentía libre. Si quería pescar, lo hacía, y si me cansaba me ponía con otra cosa. No me sentía presionada ni obligada a jugar, era una experiencia relajada y pacífica. No me importaba esperar a que construyeran el ayuntamiento o la tienda de ropa porque no tenía ninguna prisa. Era todo lo contrario de los gacha. Poco a poco, cada vez iba teniendo menos tiempo para dedicarles a los gacha. Y no me importaba. Empecé a olvidarlos. Ya solo entraba para conseguir las cosas que daban por entrar diariamente.

Y, obviamente, mi salud mental mejoró. Comencé a dormir mejor, miraba el móvil solo cuando quería (para mirar Twitter o apps de mensajería, por ejemplo), jugaba a lo que quería y cuando quería y, sobre todo, ¡tenía mucho más tiempo libre y menos estrés!

¡Me sobraba tiempo! Volví a leer manga diariamente, me vi animes largos que tenía pendientes y disfruté de cosas de las que los gacha me habían privado en todos esos años. Comencé a organizar mejor mis horas libres y descubrí un montón de cosas guays en ese año 2020. Y estoy muy agradecida.

Mi vida en la isla de Animal Crossing me hizo darme cuenta de la espiral tóxica en la que estaba metida. Me hizo olvidar esos juegos por falta de tiempo y de ganas y ya no tengo ganas de volver a ellos. Me son totalmente indiferentes y por fin puedo respirar tranquila.

Mi única incursión tímida en un gacha el año pasado es cuando empecé a jugar a Genshin Impact, que me atrajo porque era un mundo abierto, pero, sinceramente, me aburrí a las dos semanas. Porque vi en ese juego muchas de esas prácticas gacha que me absorbieron y que ahora rehuía fuese como fuese.

Animal Crossing supuso para mí una experiencia terapéutica porque el tiempo que le dedicaba al juego suponía tiempo que no le dedicaba a los gacha hasta que finalmente fui capaz de prescindir de ellos. Y me sentí tan liberada y tan bien por primera vez en años que decidí que no merecía la pena volver.

Ahora me dedico a concienciar sobre el peligro de las mecánicas gacha. Porque he estado ahí y sé de primera mano lo que pueden provocar y no quiero que otras personas se vean arrastradas a esto.

Por supuesto, no tengo ningún problema con la gente que juega a gacha mientras se sea consciente de lo nocivas que son estas mecánicas y de que generan ludopatía. Pero no puedo consentir que de ninguna manera se defiendan. No, la empresa no lleva razón, y no, la culpa no es nunca del jugador. Estas mecánicas están hechas a propósito para arrastrar a los usuarios a un pozo del que después es dificilísimo salir.

Y yo he podido salir, claro, pero ¿cuánta gente habrá que no sea capaz?

En resumen: jugad a gacha si queréis, son juegos entretenidos y muchos tienen buenas historias y personajes, pero con responsabilidad y siempre siendo conscientes de lo que son en realidad. Y siendo críticos con el sistema que usan, por favor.

Finalizo ya diciendo que, evidentemente, esta es mi experiencia personal; sé de sobra que no todo el mundo tiene la misma experiencia con los gacha, pero quería contarla para que sirva para concienciar y, de paso, dar voz a otras personas que han sufrido algo parecido a lo mío.

Insisto, no estoy obligando a nadie a jugar o dejar de jugar a algo que le gusta, ¡solo faltaría! Solo quiero compartir mi experiencia con los gacha y la importancia de un juego sosegado, que al final fue lo que terminó de sacarme por completo de ese infierno que fueron para mí los gacha.

Dicho esto, espero que os haya gustado mi artículo y que, al menos, os haya servido para reflexionar un momento.

2 comentarios en “Animal Crossing me salvó de los gacha

  1. Pingback: Mens sana in corpore sano | Futoi Karasu

  2. Pingback: 7 spin-offs de Fate que valen la pena | Futoi Karasu

Deja un comentario