
Hola, me llamo Mario y llevo unos 4 años sin tocar World of Warcraft.
¿Qué? ¿Que esto es una web de cosas japonesas? Ya lo sé. Dejad que me explique, por favor. De joven, en mis primeros años de universidad, decidí probar algo que llevaba mucho tiempo jugando de cuando en cuando en servidores piratas: World of Warcraft. En aquella época era joven e inocente y tuve un problema más o menos importante con el juego, especialmente con la adicción que me supuso. Pasé unos años muy duros, muy enganchado. Suena totalmente como un problema de drogas, ¿verdad? No quiero dedicar más tiempo del necesario a hablar de lo predatorio de las prácticas de un juego que ni siquiera nos incumbe, pero creo que es necesario poner al menos un poco de contexto.
Tras años en los que entraba y lo dejaba, tras la pésima calidad del juego y la poca atención a los jugadores por parte de los desarrolladores, abandoné el barco de Blizzard en gran medida, aunque manteniendo el interés por algunos de sus títulos. Cuando no estaba jugando a mis JRPG de miles de horas, picaba juegos online por aquí, por allá… principalmente a lo que le daba la gente con la que solía charlar y jugar por internet. Hasta que un día me picaron con el gusanillo de Final Fantasy XIV. Oh, sí, ya entramos en materia.
Siendo sinceros, me regalaron una copia de A Realm Reborn (lo que actualmente es el juego base) hace bastantes años, lo probé y mi reacción fue “Meh, no es el WoW, no me gusta”. Tonto de mí. Tardé mucho hasta que finalmente, por A o por B, decidí darle caña al juego. Me esforcé en que me gustara y me interesara. ¿Y sabéis qué? No tuve que hacerlo más allá de las primeras horas, reticente a la comunidad y a la gente que poblaba Eorzea. Este primer artículo que escribo para Futoi Karasu se llama Crónicas de un migrante, porque, como muchos otros están haciendo en los últimos meses, he movido mi residencia online de las calles de Dalaran a un pequeño distrito residencial de Shirogane.
Final Fantasy XIV es un buen videojuego. Obviamente, no es para todos los públicos, ya sea por su modelo de suscripción mensual y microtransacciones cosméticas, por la cantidad de horas que pide o porque los juegos online no sean lo tuyo. Y quiero hablar del juego sin memes de que la prueba gratuita incluye hasta bla bla bla. Quiero hablar del efecto terapéutico que tuvo para mí. De cómo abandoné una comunidad online absurdamente tóxica (posiblemente la más tóxica de toda la red junto a League of Legends) y llegué a un lugar donde la gran mayoría es… como poco, amable. Os quiero hablar un poco de mis experiencias aquí… Y hoy seguramente no terminaré, pero espero cubrir parte. Ahora sí, ¡comencemos!
Final Fantasy XIV: A Realm Reborn comienza cinco años después de la caída del gran meteoro Dalamud, en cuyo anterior estaba encerrado el todopoderoso dragón Bahamut. Un joven aventurero recibe la bendición de Hydaelyn, la diosa de luz, y se convierte en el guerrero de la luz. Y así, emprenderemos un viaje en el que nos irán presentando un mundo interesante y complejo, pero ese tema no es para hoy. Hoy vamos a hablar de qué me supuso jugar a este juego. Posiblemente, después de unas primeras horas un tanto caóticas y una vez me adapté al manejo y sistema del juego, comencé tranquilo mi viaje como maga negra por la árida Uldah.
Pero claro, uno tiene dudas. ¿Dónde está la superguía de turno, con toda la información necesaria? Hay un par de wikis, pero la información es escasa, siendo generosos. Bueno, no pierdo nada por intentarlo: abro el chat de la ciudad en la que estoy y hago la pregunta en cuestión que tenía en aquel momento. Cuatro personas distintas me susurraron para solucionar mi duda, cada cual más amable que el anterior. Y, aunque no recuerdo exactamente ni la pregunta ni la respuesta, sí que recuerdo que varios de ellos me desearon un feliz comienzo de viaje por Eorzea. Guau. Yo iba con miedo, con preocupación, con algo de ansiedad incluso de que la gente llegara y se riera de mí. Y no, sucedió todo lo contrario.

Pasó un poco más de tiempo y me tocaba hacer mi primera mazmorra, Sastasha, un refugio de terribles piratas. “Seguro que la cago, seguro que me olvido de lanzar y renovar Electro a los enemigos, seguro que me como alguna mecánica…” Y sí, la cagué trayendo a más enemigos sin querer, creo que no usé Electro ni una sola vez en toda la mazmorra y más que posiblemente me comiera más áreas de las que me gusta admitir. ¿Pero sabéis qué? Nadie dijo ni mu por mis errores. Nos saludamos amablemente al comenzar y todas las demás veces que se comentó algo, el trato fue todo muy cordial. Al salir, se despidieron y dieron las gracias por el grupo y haber terminado la mazmorra. Y esto no lo quiero asegurar totalmente, pero juraría que me llevé una commendation (algo así como un voto positivo por parte de otro jugador al acabar el contenido en grupo). Estaba en total y absoluto shock. ¿No se han reído de mí por no usar Electro? ¿No me han insultado por comerme áreas? ¿Qué está pasando aquí…?
Pues está pasando que no estás jugando en una comunidad tóxica, nada más y nada menos. Es cierto que hay algunas mecánicas dentro del propio juego que ayudan. Aquí, los jugadores nuevos no son llamados noobs o newbies (unos términos que normalmente tienen una connotación negativa), sino que reciben el nombre de sprouts, brotes, y tienen un pequeño brotecito de hierba al lado de su nombre, lo cual indica a todos los demás jugadores que son jugadores novatos que están comenzando. También, gracias a la mecánica de las commendation que comentaba anteriormente, se incentiva con experiencia y guiles a dar tu voto a otros jugadores para indicar que han jugado bien. Si bien existe una norma no escrita que las commendation se dan a la sanadores del grupo porque son los auténticos héroes de este juego, no es infrecuente llevarte uno de estos elogios por guiar al grupo en la mazmorra, dar instrucciones o consejos o, simplemente, ser amable. Obviamente más adelante me he topado con idiotas redomados y tiranos orwellianos en algunas free companies (los gremios o asociaciones de jugadores dentro del juego), pero eso no son más que la excepción que confirma la regla. Final Fantasy XIV tiene una comunidad que, para tratarse de un juego online, es maravillosa. Yo me he sentido siempre arropado y apoyado por la gente que lo puebla, y creo que seguiré así mucho tiempo más.
Hoy simplemente os quería hablar de la magnífica comunidad que hay normalmente en el juego, pero más adelante me gustaría hablaros de la narrativa y conexión con la jugabilidad del juego. Si habéis llegado hasta el final del que ha sido mi primer artículo en Futoi Karasu, simplemente quería daros las gracias y, con un poco de suerte, nos leemos pronto.