Kiritsugu Emiya y el héroe utilitarista

La franquicia Fate es, a día de hoy, una de las más prolíficas del mundo del manganime. Todo comenzó a principios del presente siglo con una novela visual de Kinoko Nasu titulada Fate/stay night y, desde entonces, su universo creció de manera completamente transmediática y prácticamente exponencial. Cómics, videojuegos o más de una veintena de proyectos de animación diferentes son sólo algunas de las plataformas por las que las interpretaciones libres de algunos de los héroes y heroínas más famosos de la historia y la mitología internacional se han paseado, combatiendo entre sí junto a los magos que los han invocado, para que uno de ellos consiga alzarse con el preciado Santo Grial. Fate/Zero, nacida como novela, posteriormente adaptada como anime, y funcionando como una suerte de precuela de stay night, es quizá la obra derivada más valorada y apreciada por crítica y público en la actualidad. Y no deja de ser curioso cómo en una historia que ostenta a personalidades tan míticas y carismáticas como Alejandro Magno o Gilgamesh el personaje que ofrece una perspectiva más interesante es un simple humano contemporáneo, Kiritsugu Emiya.

Aviso: Spoilers de Fate/Zero

Como cualquier seguidor de la saga sabrá a estas alturas, Kiritsugu es un mercenario especializado en la caza de magos que, en la guerra por el Grial, termina invocando a Saber, el Rey Arturo —o en este caso la Reina Arturia— de la mitología inglesa y galesa. Pero lo importante de Kiritsugu es que, por encima de todo, es uno de los mejores ejemplos de utilitaristas extremos que hemos tenido en el anime reciente. Basado principalmente en las ideas de Jeremy Bentham y John Stuart Mill, entre otros, el utilitarismo es una teoría ética consecuencialista según la cual que un acto sea correcto o no dependerá siempre del grado de bondad o beneficio general que pueda generar, entendiendo esto como felicidad o placer, en contraposición al perjuicio general o dolor. Un ser humano estará haciendo lo correcto cuando, de todas las opciones de acción posibles ante un supuesto, escoja aquella que produzca un bien mayor a nivel de conjunto. Como ejemplo sencillo, si una persona se ve en la tesitura de tener que elegir entre desactivar una bomba o acudir a una entrevista de trabajo, el utilitarismo, en contraposición al egoísmo, le instaría a hacer lo primero, porque en ese caso el bien general, salvar a las personas circundantes, será sustancialmente mayor que el daño individual, perder el trabajo.

Te disparará una vez si puede salvar a una persona y dos veces si puede salvar a dos / ©ufotable

Kiritsugu, al igual que posteriormente su hijo adoptivo Shirō en stay night, siempre quiso ser un héroe justiciero, alguien que dedicase su vida a luchar por la gente en apuros hasta sus últimas consecuencias, pero descubre de la peor manera posible que esa lucha conlleva sacrificios. Cuando es apenas un crío su amiga y vecina Shirley es afectada por una maldición mágica de forma inesperada y se convierte en un apóstol muerto —un zombi— perdiendo la cordura y humanidad progresivamente, en favor de un hambre insaciable de carne humana y sangre fresca. Ella le pide en un último esfuerzo que finalice con su sufrimiento, algo de lo que él termina siendo incapaz, debido a los lazos que compartían. Como consecuencia, todo el pueblo resulta infectado y perece entre agonía y violencia. Kiritsugu aprende por las malas que el sacrificio de una única vida podría haber salvado todas las demás y se lo graba tan dentro de su ser que incluso toma la decisión de asesinar al culpable, su propio padre, para evitar que un incidente tan dantesco se pueda llegar a repetir. Al terminar con una vida, independientemente de cual sea, para evitar la pérdida de un conjunto de otras está priorizando el bien general, y por ello decimos que es un caso claro de héroe utilitarista en el apartado moral.

No obstante, una existencia adulta llena de misiones como mercenario a lo largo del mundo, mientras contempla la crueldad y miseria de la que es capaz el ser humano, le lleva a extremar su posicionamiento. Kiritsugu no sólo será capaz de tomar una vida para salvar 100, sino que tomará 99 si eso le permite salvar al ya citado centenar, puesto que, en cualquier caso, estará salvando a un número mayor de personas de las que condena. Se podría relacionar muy fácilmente todo esto con esa idea maquiavelista tan manida de “el fin justifica los medios” y, por supuesto, con el famoso dilema del tranvía, que el propio protagonista ejemplifica en un discurso hacia el final de la serie. No es esta una temática infrecuente en otros trabajos de Gen Urobuchi, guionista de la producción que nos ocupa, pues los incubadores de Puella Magi Madoka Magica, su otra obra anime más reconocida, también serían una representación, aunque muchísimo más extrema y a mayor escala, de estas ideas.              

 

Las dos caras opuestas del heroísmo / ©ufotable

Por otro lado, la ideología de Saber, compañera y servant de Kiritsugu, es sorprendentemente contraria, posicionada justamente contra los límites del utilitarismo de su master. Encarnando un ideal caballeresco clásico, la visión de nuestra coprotagonista no sólo es “no consecuencialista”, sino que podríamos catalogarla casi como kantiana —véase el imperativo categórico— ya que Arturia ejemplifica un código de conducta, unos deberes morales incuestionables, muy derivados de su posición como idealizada reina de leyenda y símbolo popular de rectitud y bondad. Ella cree en cumplir abnegadamente obligaciones que ayuden a los demás, sean guiar a su pueblo, reinar justamente  o ayudar a los desfavorecidos y está a la vez radicalmente en contra de la mentira, la traición o el engaño. Saber jamás utilizará un método injusto, una argucia cuestionable o un ataque sorpresa para ganar un enfrentamiento, pues va contra su propia esencia y su intuición moral. Por utilizar de nuevo el ejemplo de la bomba, si Caster embrujase a un niño inocente para que este explotase en medio de una plaza y la única forma de evitarlo fuese terminar con la vida del infante, el utilitarismo, y por tanto Kiritsugu, concluiría que el curso de acción correcto es acabar con el pequeño sin la menor duda, convicciones que se ponen completamente a prueba al final de la serie con su visión de Illya e Irisviel. Saber, mientras tanto, sería incapaz, pues este constituiría para ella un acto completamente intolerable. Primaría el no tratar a las personas como simples medios, sino como fines en sí mismos. No en vano, dio su propia vida, literalmente, por su pueblo tras una existencia de sacrificio constante.

Otro punto de contraste más que interesante y mucho más antagónico que el anterior es el que representa Kirei Kotomine, quien está pasando los mejores días de su vida durante la Guerra del Grial. Debido a su personalidad retorcida, sus características tan propias de la psicopatía y su naturaleza sádica, empatizadas y llevadas mucho más allá de lo imaginable gracias a la influencia del ególatra y tiránico Gilgamesh, Kirei encarna una especie de hedonismo sociopático que termina derivando en una serie de actos deleznables y malvados realizados exclusivamente por el placer que proporcionan al villano de la serie, para quien el Grial termina siendo, como ocurría similarmente en el caso de Caster y Ryunosuke, una excusa perfecta para poder continuar por esa senda. Un enemigo perfecto, por ello, para estar situado exactamente en el lado contrario de la brújula moral del protagonista.

Fate/Zero culmina irónicamente con la mayor de las desesperanzas, reflejada en los ojos vidriosos y el pulso tembloroso de Kiritsugu, nuestro héroe byroniano, convertido ahora en una sombra de sí mismo, en el colofón del último episodio. Con una ciudad arrasada tras el colapso del Grial y el derrame de la ponzoña que contenía, cual maremoto corrosivo e infernal, tras el intento de nuestro protagonista por destruirlo. Con edificios y vecindarios enteros incendiados hasta verse reducidos a cenizas y miles de inocentes muertos. Con un hombre que rebusca entre los escombros un resquicio de vida y salvación que le redima, alguien que lo ha intentado todo, que lo ha sacrificado todo, para conseguir el bien mayor y que, tras décadas dedicadas exclusivamente a ello, cuando tiene el éxito visible, la victoria final entre sus manos, sólo termina provocando una catástrofe imperdonable, mucho más grande que cualquier salvación que haya otorgado jamás. Y eso le acompañará el resto de sus días.

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